—En el fondo le gusto —dice Zack, con aires de superioridad. Se sienta a mi lado y me da un codazo. Me río, es inevitable no hacerlo. Zack imita el gesto y le contagiamos la risa a Aron, que se sienta a mi otro lado. Lily nos acerca los cafés y toma asiento al lado del surfista de pacotilla—. ¿A quién esperamos?

—Cat viene de camino. Se le olvidó poner la alarma.

—¿Y Natalia? —pregunta Aron.

—No va a venir —digo atropelladamente.

—Está invitada, pero no ha respondido a mi mensaje —dice Lilly.

—Vendrá —asegura Zack.

—No lo hará.

—Dylan, va a venir.

—¿Qué te apuestas? —me reta. Al instante me incorporo sobre la silla, con la espalda erguida y la cabeza muy alta—. Ganaré.

—Propón algo.

—Os vais a acabar enfadando... —masculla Aron.

—¿Dylan? ¿Enfadarse? ¡No digas tonterías, Aron! —exclama Lily de forma muy exagerada. No muevo la cabeza, pero mis ojos se centran en ella. No me gusta nada—. Dylan ganará aunque pierda. Si gana, habrá sido el vencedor de la apuesta. Si pierde, no será el perdedor, porque tendrá el lujo de desayunar, gracias a mí, con la chica que le gusta.

—¿Nunca te han dicho que te sienta muy bien el silencio?

—Haya paz... —interviene Aron—. Yo pondré las normas de la apuesta. Si gana Dylan, Zack tendrá que ir mañana a trabajar desnudo desde el momento que ponga un pie fuera del apartamento. Si gana Zack, será Dylan al que veremos desnudo.

—Trato hecho.

Extiendo mi mano y Zack extiende la suya. Sellamos el trato con un apretón de manos. Antes de que nuestras manos se separen, llaman al timbre. El apartamento de Lily es un piso bajo. La anfitriona acude a abrir la puerta y los tres nos miramos entre nosotros.

—¡Mirad a quién me he encontrado por el camino! —grita Cat, que irrumpe en el salón con la energía de un borracho a las tres de la mañana en su fiesta de cumpleaños. Detrás de ella asomba una chica con flequillo, que viste una camiseta ancha de color rosa, unos pantalones cortos ajustados a su piel y unas zapatillas de bota con cordones. Lily le va a dar un abrazo, pero ella se aparta y al instante se disculpa.

—¿Café? —le pregunta. Ella le enseña un bote de Cola Cao y se encoge de hombros. Lily se lo quita de las manos y se dirige a la cocina—. Cat, sólo con hielo ¿verdad?

Esta última extiende el dedo gordo en señal de aprobación.

Zack se levanta de su sitio y manda la silla a tomar vientos. Corre hacia ella con efusividad y la carga sobre su hombro como un saco de patatas. Ella patalea y con la cabeza colgando, le propina pequeños golpes en su pecho.

—¡Bájame de aquí! ¡Te mataré!

—Entonces no sé si bajarte es lo correcto...

Zack gira sobre sí mismo.

—¡Zack Wilson, me estoy mareando!

El rubio la deja en el suelo y rápidamente ella deja caer su castaño pelo sobre sus hombros. Se coloca el flequillo recto con los dedos. Sus mejillas arden, cual cerezas de temporada alta. Ocupa un sitio alrededor de la mesa. Se sitúa en frente de mí y, sin mirarme, nos da los buenos días.

—Te lo dije —murmura Zack, mirándome por encima del hombro.

—He perdido, pero he ganado. No lo olvides.

Nosotros Nunca [YA A LA VENTA]Where stories live. Discover now