Prólogo

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En los oscuros rincones de “Dolcezza” se gestaba un amor prohibido, un amorío clandestino entre Lilith King y Nicolás Benedetti.

Ella, una mujer de poder y prestigio, tenía necesidades que solo él podía satisfacer con su movimiento sensual y su cuerpo atlético.

Aunque sabían que su amor era imposible, se encontraban a escondidas en aquel lugar, compartiendo miradas cómplices y caricias furtivas. Ella, acostumbrada a reprimir sus deseos por ser una figura pública, se encontraba en un dilema: seguir con la fachada de mujer fría y distante o dejarse llevar por la pasión que ardía en su interior.

Él, por su parte, era consciente de la situación y sabía que debía conformarse con los escasos momentos que podían compartir juntos. A pesar de todo, se entregaba sin reservas a ella, sabiendo que su amorío estaba condenado al secreto y a la clandestinidad.

Y así, entre susurros y miradas furtivas, vivían un amor prohibido que los consumía en la oscuridad de aquel bar, donde la dama y el bailarín se encontraban para satisfacer sus deseos más íntimos y ocultos.

La defensora del baile sensualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora