__ No lo sé. Seguramente desde su nacimiento. - declaro, pues aún no me dice que tiene que ver. - ¿Porqué es importante?

__ Así tendré una idea de qué debo usar. - suelta el tablero. Rebusca entre los cajones hasta que saca unos guantes de látex que se pone, posicionándose a un lado de la camilla, donde mi hijo comienza a sudar.

Lo repara un instante. Palpa su frente, coloca la oreja en su pecho para luego bajar las manos por su abdomen, presiona y Kilian se queja, por instinto me acerco para que deje de causarle daño. No obstante ella no retrocede y actúa con naturalidad, siguiendo con el proceso que pone a sudar más a mi hijo 

__ Deja de hacer eso. - demando con tono mordaz.

__ Su dolor es porque ese objeto está obstruyendo en el intestino. Se salió de su lugar o le causó alguna infección. No debería doler. - explica sin inmutarse al ver mi enojo. - Necesito sedarlo.

__ No harás tal cosa. - me opongo con molestia.

__ Entonces que muera. - dice sin mostrar una sola emoción. - Si no lo intervenimos es lo que pasará y créeme, no voy a estar presente cuando eso pase. No vine para eso.

No quiero que le abran el estómago, pero es la única forma de quitarle el dolor y asegurarme que ya no lo tendrán en la mira ni sabrán cómo encontrarlo todo el tiempo. Sin salida, detesto estar así.

La mujer de ojos azules se pone una mascarilla, como si supiera que aceptaré que lo hagan.

__ No me voy a separar de él. - no confío en casi nadie cuando de Kilian o Sofía se trata, a ella la conozco recien y no tengo más referencias que su padre para saber que es buena en lo que hace.

__ Nadie dijo que lo hicieras. - declara abriendo la puerta para llamar a alguien. Su ruso siendo su lengua natal se nota en el acento que usa conmigo.

No tardan ni cinco minutos para entrar con otra camilla en donde me piden poner al niño que me pide a su madre en medio de la fiebre.

__ Estarás bien. - le repito sintiendo que no debo soltarlo, pero no le quito los ojos jamás, ni cuando cambian de habitación, para luego canalizarlo y poner un sedante que en poco tiempo lo duerme.

Me hacen ponerme un traje especial, regresando a la habitación para ver cómo la mujer de mirada azul pide que le pasen un bisturí.

La tensión en mis músculos se vuelve insoportable, una opresión en el pecho cuando veo como este es deslizado en la piel de mi hijo con precisión.

Es lo que ocurre con el Korol, quien prepara a sus hijos de tal forma que ninguno esté indefenso y pueda hacer ese tipo de cosas. Son personas que nunca quedan mal, siendo tan engañosas que nunca se terminan de conocer.

Observo como mete unas pinzas, con las cuales abre y sostiene. Mira un segundo indicando a uno de sus ayudantes que ilumine más de cerca.

__ Ahí está. - dice lanzando una llama de molestia a mi lugar. - Odio cuando usan niños para estas cosas.

Introduce otro par de pinzas para luego usar el bisturí nuevamente hasta que alza algo con estas.

Un objeto de un centímetro como mucho, el cual lanza una luz que parpadea rápido hasta extinguirse.

__ Todos los bloqueadores están activados ¿Verdad? - cuestiona en dirección de todos y estos asienten. - Espero que así sea. Si dan con este sitio, morir será la menor de nuestras preocupaciones.

Lo deja caer en una bandeja donde un tipo lo limpia para luego llevárselo no sé a dónde. Mientras ella se queda limpiando con algodones, saca tejido muerto y es otra cosa que se suma a las cosas que voy a cobrarle al infeliz de Ronald.

Contención Where stories live. Discover now