Capítulo 2: La Llegada

13 11 0
                                    

(Créditos a Koa_M85 por la Lectura Beta. ¡Gracias!)

La luz que emanaba aquel instante pasó a convertirse nuevamente en tinieblas justo en el momento en que Amelie despertaba de su pesadilla, haciendo que su sobresalto la trajera de vuelta a la realidad. Aún así, su cara seguía igual de blanquecina que en su sueño, siendo esto acompañado por una lluvia de sudor deslizándose por su piel como olas en la costa, además de la respiración de alguien inexperto habiendo corrido una maratón, provocando que se entrecortara a la vez que la saliva de su boca se sentía espesa y escasa. Todo se había sentido demasiado real para ella.

Paralizada, se quedó en tal estado durante algunos momentos mientras se decía internamente a sí misma que todo lo que pasó no fue nada más que el producto de su imaginación. Para su buena suerte esta estrategia, por más común que fuese en este tipo de situaciones, le funcionó, haciendo que se calmase más tras cada nuevo instante que pasaba, siguiendo así hasta que su estado de calma la llevara nuevamente a la normalidad. Para finalizar, se echó ligeramente hacia atrás y suspiró pesada y lentamente, terminando el proceso.

De pronto, sintió cómo una fuerza externa a ella volvía a hacer que se cargara sobre su espalda y la empujaba bruscamente sobre su estómago, acompañándose esto con un estruendoso grito plagado de improperios que resonó fuertemente en sus oídos, tras lo que la voz emisora de este se suavizó repentinamente, haciendo que la chica pudiera reconocer vagamente a la persona responsable.

-Buenos días, cariño ¿Estás bien?

-...¿Mamá?

-Menos mal te dormiste con la ropa puesta, no hubiera querido habértela tenido que cambiar.

Este comentario y todo el panorama en el que estaba la tenían confundida ya que, al seguir adormecida, no podía distinguir con exactitud el lugar en que se encontraba. Por ello, la chica procedió a frotar sus ojos con sus manos para despertarse definitivamente, descubriendo de este modo la presencia del aún tenue, pero creciente brillo proveniente de las ventanas en un interior de un acolchado color negro y zonas endurecidas de tonalidades grises: era el vehículo de su madre, estando esta en el asiento del piloto.

-¿Cómo llegué aquí?

-Olvidaste programar tu alarma ayer y te quedaste dormida antes de bajar a cenar. Tenías el sueño tan pesado que me hubiera entristecido despertarte. Al final, tu padre te cargó hasta el auto junto con tus cosas.

-¿Falta mucho para llegar?

-Acabamos de salir, amor. Todavía nos quedan unas horas para llegar. A propósito, ¿tienes hambre? No comiste nada anoche.

La muchacha pensó un momento en su respuesta mientras se acomodaba en la parte derecha del asiento.

-Sí, la tengo.

La mujer se giró ligeramente sin quitar la vista de la carretera, mostrándole un sándwich de pan de molde con relleno de jamón y queso cubierto en una servilleta y en papel "film", que su hija recibió con una reprimida postura de gratitud.

-Nos espera un largo viaje.

-Sí...

-¿Lista para comenzar tus vacaciones?

La joven sabía que ya no había marcha atrás, por lo que no tuvo de otra que aceptar su situación a pesar de que seguía sin estar de acuerdo con ella.

-...Sí, supongo.

La de mediana edad sonrió amable a la vez que se le notaba una cierta pesadez en la realización del gesto. Había pasado mucho tiempo desde la última vez en que había visto a sus padres y, con toda la preocupación de una madre, temía en gran medida lo que le fuera a pasar a su hija. Lo único que quería era que estuviese bien.

Espera de un SigloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora