26. [Conociendo a mi suegro]

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— Adeline, me gustaría saber cómo se conocieron tú y mi hijo. — Dijo mi suegro.

— En una cafetería — dije viendo a Hernán, este negó ante mi versión de los hechos ya que quería que inventara una historia más sofisticada.

« Al menos podía decir en una parte la verdad »

— Trabajaba allí y un día llegó Hernán, yo estaba preparando su café cuando sin querer lo derramé encima suyo, iniciamos una conversación y después de ese día mi marido fue un cliente diario.

— Es algo tan hermoso ¿Fue amor a primera vista?

— Sí, Hernán fue a pedir mi mano y...

— Cariño creo que no es necesario que continúes hablando, papá ya entendió como nos conocimos.

— Déjala que hable, me encanta escucharla.

— Mis abuelos tienen una granja, allí nos quedamos unos días y...

— Eso es increíble ¿Eres granjera? ¿Una chica tan bella como tú?

— Sí, ayudaba a mis abuelos con los animales y el manejo de la granja, lamentablemente nunca entraron recursos económicos y estábamos llenos de deudas pero Hernán me ayudó con el asunto económico; le estaré eternamente agradecida... — Tomé su mano y sonreí.

— Era lo menos que podía hacer por ti. — Teodoro nos miraba complacido, la empleada volvió a la mesa con el plato suerte, el corte se veía delicioso y se derretía en el paladar cuando lo probé.

Tomé otro sorbo de vino y continuamos comiendo en silencio mientras Hernán le preguntaba a su padre sobre la empresa que estaba en Londres.

— Papá las acciones que manejas acá en Londres son administradas por ti y considero  pertinente  que ya te retires...

— Hernán — Habló Teodoro, dejó los cubiertos en la mesa y lo miró — No quiero hablar de esto, estoy cansado de escuchar el tema de la empresa.

— Señor Bradford — Hablé — ¿Usted tiene una actividad preferible por hacer?

— Nunca nadie me había preguntado algo así. No lo he pensado pero me gustaba practicar la natación.

— Papá no puedes nadar por los problemas que tienes en el corazón...

— Podemos ir mañana al club, pago la membresía de Atlas pero nunca volvió a visitarme.

— Papá no es correcto que nades porque...

— Hernán, estoy viejo y moriré pronto, déjame compartir esto con mi nuera.

— Señor Bradford si usted está muy mal de salud no...

— No escuches a mi hijo Adeline, necesito algo en mi vida que me ayude a salir de la oscuridad.

— Papá...  — Teodoro interrumpió a Hernán para después hablar:

— Por cierto ¿Dónde está mi nieto? ¿Dónde está el futuro doctor de esta familia?

— Trabajando, quiso ayudarme estos días con la empresa y...

— Hernán, no quiero que sofoques a Atlas, déjalo cumplir sus metas.

— Papá...

— Su deseo no es continuar con nuestros pasos, él quiere su propio hospital y merece tenerlo, ojalá que no lo hayas obligado a trabajar en la empresa porque lo conozco, sé que no disfruta estar encerrado en una oficina. — Hernán no opinó nada al respecto, continuó con su cena y su silencio me confirmó lo que ya sospechaba.

Entre dos placeres © Where stories live. Discover now