DIEZ

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10

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10. ¿Lo sientes?

—Entonces, creo que esta es la parte en la que te descubrimos y a pesar de que tú intentes ocultarlo terminas confesándolo todo, porque no puedes mentirnos y además somos tus mejores amigos.

—Agrégale que empieza a evadir el tema y luego sale corriendo como si eso nos fuese a hacer cambiar de opinión y terminaríamos olvidando la situación.

—Sin contar que al final la información será tanta que terminará explotando ella misma y no podrá guardar el secreto nunca más.

—¿Quieres apostar?

—Apuesto a ambas teorías.

—Sí, yo también.

Dejé que engancharan sus meñiques como si estuvieran sellando una promesa. Mi rostro aburrido y mis labios aplastados en una línea quizás les hizo saber que no tenía nada qué decir al respecto.

Compartieron una mirada, después me vieron.

—¿Y bien? —insistió Wendy—. ¿Nos dirás algo o quieres que sigamos sacando conclusiones? Porque te juro que estoy a nada de escribir una novela.

—Sí, sí, eso —asintió Shawn, muchas veces

Solté un largo suspiro, conservando mi postura

—Lo primero que tengo que decir es que... —me corté a mi misma, como en una especie de pausa dramática que al final terminó desesperándolos

—¿Qué? Dilo, dilo —forzó la chica

—Tienes que peinarte —bromeé, hacia ella

Mi amiga se ofendió, pasando una mano por su cabello para verificar que sus rizos estaban apuntando hacia todos lados al mismo tiempo

—Mierda —bufó—. Olvidé ponerme crema. Oh, bueno, sí me acordé, pero no lo hice porque se me terminó.

—¿Cuánto tardas en peinarte? —le preguntó él

—Aproximadamente unos veinte minutos si me despierto de buen humor. Hoy me puse algo de gel de mi papá, ¿huele a hombre?

Fingiré que no fue raro el hecho de verla inclinando su cabeza hacia Shawn mientras este le olfateaba el cabello

—Sip, algo varonil —se alejó

—Ay, no —se lamentó, intentando bajar la maraña que tenía

—Ten —le tendí mi gorro de lana

—Uf, gracias —lo tomó para ponérselo

—Parece un resorte —se burló el otro

—Cállate y ayúdame.

Los observé metiéndose en una especie de batalla campal en la que ambos intentaban contener el cabello de Wendy. Siempre admiré que tuviera churquitos en toda su cabeza, pero nunca pensé en lo difícil que era conservar esa forma.

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