2. El canto de las sirenas en tierra

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Fue ese año cuando sus amigos se dieron cuenta de sus sentimientos ― mucho antes que él mismo ― y le explicaron ― o eso trataron ― lo que sentía no era odio ni rencor, que James Potter le gustaba y no podía hacer nada para cambiarlo. Fueron muchos meses de negación, donde no quería permitirse sentir cualquier cosa por el menor de los Potter, simplemente no, pero fue cuando finalizó el curso, se vino la muerte de su padre y Sirius lo arrastró a la casa de esa familia que no pudo seguir negándolo.

Le gusta James. Le encanta todo de él, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Le gusta verlo sonreír, reírse a carcajadas y, sobre todo, le gusta tener su atención, le gusta como lo observa y le fascina observarlo entre pasillos, en medio del comedor y cuando practica o juega quidditch, pero no se atreve a decir nada y es por eso que, cuando por primera vez en un año, desde la muerte de su padre que se decidió por tocar piano a la mitad de la noche, en un salón vació y creyendo que nadie estaría cerca, no pudo mostrarse cuando James Potter ingresó.

El miedo le ganó así que cambio a su forma de animago ― porque si, puede hacerlo, completo toda la transición en cuarto cuando descubrió que su hermano y amigos lo hicieron ― y luego de meses, una noche de tormenta eléctrica en hogwarts, Regulus Black tomó el aspecto de un gato negro pequeño con manchas blanquecinas en su cuerpo y la constelación de su hermano.

Irónico, pero muy bueno cuando desea escabullirse.

Esa noche, escondiéndose aprovechando de su tamaño y color como animago, logró escapar de James Potter sintiendo su corazón latiendo a mil por hora y se fue a dormir creyendo que no volvería a repetirse, que el gryffindor olvidaría lo sucedido y pasaría página.

No fue así, para nada, porque a la mañana siguiente todos hablaban de como James Potter, el premio anual de hogwarts, gryffindor de excelencia buscaba por todos lados a la persona de la sonata a media noche.

― Carajo.

Fue lo que susurró cuando sus amigos, en medio de carcajadas le contaban lo que causó con una simple canción al piano luego de un año.

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El menor de los hermanos Black solo puede regañarse mentalmente por aceptar la petición de James a ayudarlo a buscar a la persona de la sonata ― cuando es él mismo ― mientras camina hacia el salón de música. Todavía puede escuchar las carcajadas de Barty y Evan en su mente burlándose de él por ser tan dócil cuando tiene a James Potter en su rango.

― Velo del modo bueno, Reg.

El pelinegro, bufa girando para ver a su amiga rubia.

― ¿Y cuál sería ese, Dora?

― Siendo tu él que le ayudará, James nunca sabrá que en realidad eres tú quien tocó esa noche el piano.

― La rubia tiene razón.

Dorcas apoya alzando la mirada de un libro de pociones.

― Puede que sí, pero...

― Pero ustedes esperan mucho del bebé Black, saben que cuando el premio anual está a un rango de tres metros, se vuelve una masita.

― Ahora imagínense si lo tendrá en un rango de centímetros. ― le secunda Evan a lo dicho anteriormente por Barty ― Se vuelve una gelatina.

― Primero, deja de decirme bebé Black, Barty, ya te he dicho que voy a hechizarte si me sigues diciendo así y dos... no me vuelvo una masita.

― Me hechizas y apareces en el lago negro, Black.

― No me amenaces, Crouch.

Los ojos de ambos se retan por varios segundos antes que Pandora le dé un golpe en la frente a ambos y ruede sus ojos.

Melodía de Amor: En busca del pianista sin rostroWhere stories live. Discover now