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—¿Qué es eso?

El muchacho la miró, quitando la carta de la cara de su amiga.

—¡Claro que no lo sabrías! — Respondió ofendido, llamado la atención de otros que pasaban junto a ellos — No cualquiera puede reconocer una verdadera obra de arte.

—Claro, claro. Entonces, ¿me dirás qué es esa cosa que trajiste?

—¡Tú! — La señaló, haciendo que la niña se alejara un poco, evitando que el dedo del muchacho le picara el ojo. —Oh, lo siento

Le entregó la carta a la niña, quien la agarró con sus pequeñas manos y miró con curiosidad aquella hoja mal doblada y con manchas de tinta.

"Para Kazuha"

Fue lo único pudo leer luego de abrir la hoja. Miró que, aparte del gran texto, también había varios dibujos que ella supuso que eran corazones y flores.

—No sé por qué me das esto, yo no sé leer. – El muchacho rodó los ojos irritado e intentó quitarle la carta a la niña, fracasando.

—Solo quería mostrarte que me tomo muy en serio tus consejos. — Siguió a la niña que huía de él evitando que le quitara la carta. — ¡Dámela! ¡puta madre! — Maldijo cuando su pie pisó un carrito de juguete que algún niño había olvidado, provocando que cayera.

—No digas groserías.



***

— Nos vemos mañana.

—Adiós cariño, muchas gracias por traer a Nahida a casa.

Después del sermón que le dió Nahida por ser una persona muy grosera, le ayudó a levantarse y limpió las pequeñas heridas que se hizo en las rodillas y las palmas de sus manos, porque claro, él definitivamente no estaba intentando no llorar, ni siquiera le dolió.

¡Era rídiculo!

Él ya era todo un hombre, ya tenía sus diecisiete años recién cumplíos y una mocosa de seis años parecía ser más inteligente que él. Quería mucho a Nahida, eso estaba muy claro, pero eso no evitaba que se sintiera extraño y un poco humillado al pedirle consejos.

¡Sobre todo porqué eran consejos de amor!

Esa niña que iba a saber de amor.

Bueno, claramente esa niña parecía saber más que él, o eso pensaba, tampoco es que pudiera saber si sus consejos eran buenos o malos. Si los supiera no estaría pidiéndole consejos a una niña que apenas había entrado a la primaria.

La cosa es que, estaba realmente frustrado y desesperado, lo que le llevó a recurrir a medidas drásticas.

Pudo haberle preguntado a su madre pero sabía que ella iba a querer conocer al muchacho y no pararía de hacer preguntas, además, no quería que supiera que su pequeño retoño se estaba volviendo blando por una persona. También estaba su querida tía Makoto, pero desechó rápidamente la idea. A su tía le costaba mantener la boca cerrada con su hermana y tarde o temprano su madre se iba a terminar enterando.
Su hermana tampoco era una opción, estaba cien por ciento seguro que ella estaba peor que él. Ella ni siquiera conocía la palabra amor.

A Yae Miko ni de coña.

Lo que le dejaba a Nahida como su única y mejor opción.

Le había mirado extraño y siemplemente le dijo:

—Solo declárate y ya.

¡Como si fuera tan fácil!

Tan solo estar cerca de él lo pone demasiado nervioso, sus manos le sudan y su estupida cara se pone caliente y roja. Realmente vergonzoso.

La primera vez que le pasó pensó que el niño le había contagiado una enfermedad y se enojó, después de un tiempo entendió (gracias a Nahida) que no le había pegado ninguna enfermedad sino que el chico le gustaba.

—¡Intenta escribirle una carta!

No era tan difícil como la primera opción pero sin duda fue un reto escribir una carta.

Después de un día completo pudo terminar su carta y la decoró para que quedara más bonita. El problema era que Nahida no sabía leer y él se negaba a leerle a su amiga lo que había escrito por lo que no le quedaba de otra que confiar completamente en que lo que había escrito era lo adecuado para una confesión.

—Te odio Kazuha. — Murmuró avergonzado.

Mañana se armaría de valor para entregarle la carta y no salir corriendo apenas lo vea.

Tonto y enamorado» KazuscaraWhere stories live. Discover now