CAPÍTULO XVIII - CHEQUEOS DE RUTINA

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- Tengo una buena noticia para ti hija. Prepara toda tu lista de cumpleaños que haremos la fiesta más grande que jamás se haya conocido. Y NO OLVIDES A NADIE - dijo Gustavo remarcando esta últimas palabras. Perla no comprendía, pero por las dudas hizo caso a lo que le pidió su padre.

La semana pasó y con ella, llegó el día miércoles. Era la fecha de cumpleaños de Perla. Sus padres y Horacio la levantaron agasajándola con un gran desayuno. Esa mañana la había pasado muy bien como en cada cumpleaños, siendo esta de manera especial, ya que se trataba de la decimoctava vez que recibía un desayuno de este tipo. Tras la alegre reunión familiar, Perla volvió a su alcoba para prepararse finamente para irse al colegio. Esa mañana, Gustavo decidió tomar a su cargo la responsabilidad de llevar a Perla. Cuando llegaron, Valeria y Valentina esperaron a su amiga afuera para recibirla. Pero la sorpresa mayor, llegaría después. Detrás de las jóvenes, Diego asomaría llevando una rosa roja entre sus manos:

- Feliz cumpleaños, mi amor - dijo entregándole la flor.

- Diego - dijo ella recibiendo el obsequio - ¡Muchas gracias, es hermosa!

- No tanto como tú, princesa de mi cuento infinito -dijo él. Ella lo abrazó y quedó así junto a él.

- Ven, tengo algo para ti. - dijo Diego invitándola a salir. Subieron a la motocicleta y partieron rumbo a la ciudad. Allí, Diego la llevó a pasear por diferentes sitios y terminó el recorrido en el Café Francés, donde la invitaría a desayunar por segunda vez. Cuando se disponían a hacerlo, Diego empezó el diálogo.

- Perla, quiero que sepas que desde que te conocí, no puedo dejar de pensar en ti. Siento que mi vida no tiene sentido si no estás. Siento que me falta todo en la vida si no te tengo al lado. Eres el amor de mi vida y has dado mucha luz a mi espíritu. Te amo. Te amo de verdad.

- Diego, todo lo que me dices es bello. Me encanta saber que significo mucho para alguien. Pero quiero que sepas que me siento confundida con todo. Desapareciste durante dos meses. No supe más nada de ti. Creí que iba a perderte. Me sentí desprotegida. Ahora vienes, te me apareces nuevamente, desordenas las cosas en mi mente. No me siento segura de esto.

Estas palabras hacían que Diego se ponga en guardia. Entonces decidió insistir:

- Pero te amo. Mi sentimiento por ti no ha cambiado. ¿Qué sucede? ¿Es ese tipo que has conocido durante estos días?

- Mira, no lo sé. Xavier no es mala persona. El solo es un amigo que se me acercó en un momento complicado, nada más.

- Pero algo te debe generar. No puedes sentirte confundida así sin más.

- Por favor, no me presiones. Te lo pido - pidió Perla.

- Está bien - dijo Diego muy molesto - no voy a presionarte. Pero no me pidas que abandone mi lucha por tu amor. - dio esto, terminó levantándose de la mesa.

- Diego por favor no te enojes - suplicó Perla.

- ¿Quieres que festeje? ¿Quieres que celebre que estas conociéndote con otro, mientras muero de amor por ti? Me prometí luchar por ti. No pienso bajar los brazos. - dicho esto llamó al mesero, dejándole dinero para pagar la cuenta. Salió a la calle y fue en búsqueda de la moto. Perla salió detrás suyo y lo tomó por la espalda.

- No seas pendejo. ¡No hagas estas idioteces por favor! - lo retó

- Déjame solo. Necesito pensar mejor. - dijo Diego calzándose el casco.

- ¿Pretendes dejarme sola aquí?

- ¿Qué? ¿Acaso no lo tienes a Xavier para que te lleve y traiga?

- ¡Por favor párale ya! ¡No tengo como volver!

No había alternativa. Diego dejó que suba a la motocicleta y fueron de regreso al colegio. Durante el viaje iba meditando acerca de su actitud. Fue muy duro con ella tratándola de esa forma. Cuando llegaron, bajó de la moto y trató de volver a hablar.

- Perdóname.

- ¿Perdonarte?

- Me comporté como un idiota. Me dejé llevar por los celos. Perla, entiende que te amo. Me pone de mal humor la idea de verte con otro tipo.

Perla lo miró tiernamente. Pasó su mano por su rostro y él se la besaba cada vez que pasaba cerca de su boca.

- Este fin de semana celebro mi cumpleaños. Espero que puedas ir. Te estaré esperando.

Diego tomó eso como un perdonado. Se calzó el casco, subió a la moto y se despidió de ella.

- Anda. Vete que debes ir a clases. - dijo poniendo en marcha la motocicleta y yéndose hacia su universidad.

Diego no dejaba de pensar un solo segundo en lo que sucedía. No podía darse el lujo de perder a un amor verdadero. Reflexionó mucho sobre las palabras de Gin el día después de que fuera echado del equipo de carreras y pensó también en las actitudes de su padre, quien no supo respetarla engañándola vilmente. Aun así, no dudaba de que Hugo la siguiera amando y tampoco perdía las esperanzas de volver a verlos juntos alguna vez.

Por Tu Amor ( Saga 3 metros sobre el cielo y Tengo Ganas de ti)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα