• FICHEAD 'S A H-AON

Magsimula sa umpisa
                                    

—Mírate, luces como toda una sacerdotisa —siseó Heidrun viéndola desde atrás a través del espejo de cuerpo completo que allí estaba dispuesto —, te ves tan poderosa, tan luminosa.

—Esto es magnífico— susurró sintiéndose irreconocible. Marlenne no solía sentirse bonita, siempre se sintió más o menos invisible en comparación a otras chicas y ahora no.

Era la primera vez que sentía que no le faltaba nada. Es más, podía describirse en una palabra y la más idónea era feroz. Había algo en sus ojos, en su expresión, en su semblante y mirada que la hacían confundirse un poco.

¿Era la misma persona que meses atrás sentía el peso de su corazón?

¿Acaso era la misma mujer que sentía que la vida le debía algo?

—Tú eres magnífica —terció la vikinga con una sonrisa.

—Podría hacerte un trenzado qué vaya con la corona ¿te gustaría?

La mujer sonrió y le hizo un gesto a Enya y a Grace para que se acercaran para maquillarlas mientras la irlandesa hacia diseños en sus cabellos rubios.

Una a una cada una de las mujeres estuvieron listas, luciendo fuertes, luminosas, misteriosas y sensuales. Lenna nunca había estado en un ambiente donde las mujeres vivieran en una comunidad tan sana, donde se sintiera el amor que se tenían todas, donde la ayuda genuina reinara y no existieran las envidias y los malos augurios.

—¿Están todas listas? Flora aguarda y espera que dejemos la vanidad de lado— murmuró Blaire.

Todas caminaron en dirección al altar. Flora lucía vestiduras blancas, no obstante no llevaba ninguna corona de flores, llevaba el cabello suelto de manera natural y este caía en cascada.

Hubieron instantes de silencio en donde ninguna de las demás emitió sonidos más que el de la respiración. Los ojos intrigantes de Flora iban posandose en cada una de ellas, sus manos subieron en un saludo al cielo, a la luna y a las estrellas y después hizo una especie de reverencia hacia el fuego.

—Madre Tierra, estamos esta noche para honrarte una vez más. Para agradecerte lo concedido y para pedirte bienestar —susurró —recibe estas ofrendas y te pedimos humildemente que nos colmes con tus bendiciones.

En ese momento, Nimué cogió el cuchillo de la bandeja y caminó hacia el becerro qué yacía amarrado en un pequeño mástil de madera junto al fuego.

Marlenne supo lo que sucedería pero aún así no pudo apartar la mirada de la acción rápida de la joven. La plata que empuñaba Nimué surcó el cuello del animal, consiguiendo que la sangre de este se derramara en la tierra y también en un cuenco del mismo mineral.

—Te ofrecemos la sangre de nuestro esfuerzo, la sangre que es agua de vida. La sangre que vuelve a la tierra, a tus raíces, a tus cimientos —Flora continuó con sus palabras que mantenían a todos los asistentes en vilo.

Marlenne sintió miedo cuando notó que Nimué les estaba haciendo un símbolo en el pecho con la sangre del animal.

—Tranquila — le susurró Blaire a su lado cogiendo su mano en modo de contención—, es para que los espíritus que esta noche saldrán no perturben tus sueños y pasen de largo.

Cuando Nimué llegó frente a ella, untó sus dedos en el recipiente e hizo un símbolo debajo de la base de su cuello. De pronto sintió una corriente eléctrica en su espina dorsal recorrer desde allí hasta cada una de sus terminaciones nerviosas.

—¡Oh, madre! ¡Te pedimos protección!— anunció Flora y en ese momento Caitlin se levantó para entregarle los bastones que tenían una especie de cerillo rústico en la parte más distal —, con este fuego te rogamos el poder de tu naturaleza ancestral.

Saighead Boireannach |James Fraser, Outlander|Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon