Una pequeña pirata

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- Leila, ayudame con la casa por favor, que ya va siendo hora de que aprendas, que de mayor, cuando te cases, mientras que tu marido esté trabajando, tendras que hacer las tareas de casa.
Leila, seguía jugando con su barco pirata de papel y su espada de cartón en su cuarto. Ahora mismo Leila tiene 6 añitos y le apasionan los piratas.
-¡Leila, es que no me has oido!
- Si mama ya voy, un momento que estoy apunto de abordar el barco enemigo.
- Leila cariño, ven ya que yo no puedo sola.
Leila dejó su espada en el suelo y salió corriendo hacia la cocina. Allí estaba su madre con dos platos en la mano. Leila cogió uno de los platos y los llevó a la mesa. Justo entró el padre de Leila que acaba de llegar de su trabajo, su trabajo era muy importante para la ciudad en la que vivian, por eso Leila solo lo veía por la noche.
- ¿Papa juegas conmigo a los piratas?
- No Leila
- Venga papa y te dejo ser el capitán.
- Leila he dicho que no y es que no. Y encima no deberias jugar a esos juegos, los piratas en nuestra ciudad son condenados a ser ahorcados
-Cariño, no le digas eso a la niña, solo es un juego, no te lo tomes tan a pecho, ya se le pasará la temporada de los piratas y jugará a otra cosa.
Pero para Leila no era solo un juego, para ella era una cosa apasionante y que le encantaba pero decidió no decirle nada a su padre para no buscarse problemas...

Una historia de piratasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora