— ¿Y tú jefe? Lobo, quiero decir. ¿Qué dijo?

El ansia por conocer a detalle cómo se sentía él respecto a la repentina inserción de su prometida en la empresa, era algo que Breen no pasaría por alto. Becky ante la pregunta, giró su cuello, como sopesando la respuesta.

— No sé si debo ser muy honesta abogada. Aunque

Lo pensó, mientras Breen no dejaba de verla. De repente, el no haber probado bocado, salvo el café de Mauro, era un tema menor para la chica que estaba deseosa de conocer su respuesta.

— ...si lo pienso bien no es que trabajes para la nosotros. O sea, respondes al bufete de abogados; no a Hades.

— Pues, sí, así es. Puedes contarme: no estaré aquí por siempre. Además, soy discreta.

— No está feliz –confesó la secretaria– y sí muy asombrado. Eso demuestra que Lina no consultó con él nada de esto.

— Me imagino. Ha de molestar que te pasen por alto.

— Sí. Ellos, los Olbert, tienen el capital para invertir, mientras que Lobo posee la empresa. Ahora; este asunto de la fusión los beneficia a ambos, pero siendo honestos, Lobo necesita más una inyección financiera si quiere no perder lo que queda a flote de la compañía.

— Sé algo como que en los últimos tres años Hades ha decaído.

— Todo ha sido una consecuencia natural causada por los altos y bajos de esa familia que nunca fue muy estable.

— ¿Los conoces bien?

— Algo, abogada. Mi hermana mayor trabajó con sus abuelos. Vengo de una familia de cuatro hermanas y mi querida Lidia, en paz descanse fue la primera en llegar a esta compañía, después Cassie y ahora yo. Cassie no duró mucho. Se marchó dos años después de haber empezado.

— Oh vaya, eso es un dato interesante.

Becky sonrió afirmando las palabras de Breen.

— ¿No fue problema? –continuó Breen– Lo digo porque algunas empresas no permiten que se contraten a más de un miembro de la misma familia.

— Sí, lo sé, pero en nuestro caso todas somos hijas de distintos matrimonios de mi madre. Así que eso jugó a nuestro favor –explicó gustosa–. Lidia decía a que ellos no estaban bien de la cabeza, porque la señora Antonia Ruffthan padecía trastornos psiquiátricos, pero aun así no era medicada, un tabú al parecer, no tengo idea.

— Espera. ¿Antonia Ruffthan es ¿quién? ¿La madre de Antonia Meyor?

— Sí. Ambas se llamaban igual: madre e hija. ¿Cómo sabes de la señora Meyor?

— Mauro me comentó alguna vez.

— Ya veo, a ese también le gusta el chisme

Becky sonrió por lo bajo en tanto daba una mirada en pos de Mauro. Él, ajeno a la conversación de las mujeres, debatía de forma acalorada con sus amigos que parecían divertidos con su estado en medio de la discusión.

— ...pero no se puede negar que eran raros –agregó–. Ricos pero disfuncionales. Siempre han puesto por encima de todo sus posesiones y el dinero, antes que a ellos mismos.

— ¿Lo dices por el matrimonio de Demian Hernández y la señora Meyor? –inquirió segura de que su respuesta sería un sí.

Breen, a causa de Mauro sabía que su matrimonio había sido concertado por puro interés, como un negocio al que no le podían fallar. Debía ser exitoso, duradero y además generar ingresos sin decaer.

En la Trampa del Lobo (Completa) ✔Where stories live. Discover now