4. Cuando cruzamos miradas

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Navier

No pasó mucho tiempo para que nuestras empresas anunciaran la cancelación de la boda, y tampoco demoró en llegar a oídos de terceras personas que murmuraban y especulaban sobre las posibles causas de la repentina ruptura. Las revistas de economía más importantes del país tuvieron portadas escandalosas y detalladas; al igual que las que se encargaban de exagerar la situación y desmentir las críticas personales. 

En el entorno empresarial éramos la noticia del mes, era consiente de lo que ocurriría a partir de ahora, y eso no afectaba mi moral ni pensamiento acerca de las decisiones que había tomado. No importaba el acoso de los paparazzi, ni las entrevistas que querían que les brindara en busca de información que ayudara a subir el rating de algún programa.

Nuestro compromiso fue la alegría para todos en su momento, y la molestia de algunos. Sobre todo de mis pretendientes, esperé las distintas reacciones como lo estaba haciendo ahora. No importaba lo que dijeran, o las cosas que inventaban cuando el tema tenía un final abierto.

Claramente mi rendimiento laboral continuaba siendo el mismo e incluso mejor que antes. Las oficinas se llenaban de murmullos en cuanto me perdían de vista y ello solo me estresaba momentáneamente.

Mis padres se encargaron de controlar las opiniones divididas que habían entre sus allegados y conocidos en las reuniones que tenían semanalmente, evidentemente la balanza estaba a nuestro favor, ya que era considerada "La mujer fuerte que se hizo respetar y tomó la decisión más sensata". En cuanto a mi hermano, fue complicado alejarlo de todo esto, por más increíble que sonara, aún no estaba enterado de nada; hice todo lo que estuviera a mi alcance para mantenerlo fuera del país, del que nuestra familia era el centro de atención y estaba funcionando perfectamente.

Mi padre organizó un evento, para celebrar la unión de un nuevo socio a la empresa; el mismo que no pude conocer debido al imprevisto que hubo en la empresa. No me opuse a su idea, ya que servía para entablar lazos formales y conocer al extranjero del que no tenía mucha información a mi alcance.

Laura se encontraba en la sala de mi habitación, mientras me colocaba el vestido que encajaba a la perfección en mi silueta. La alimentación saludable que mantuve desde mi infancia contribuyó en el excelente desarrollo de mi cuerpo y agradecía que así fuera, porque no hacía el ejercicio suficiente como para mantenerme en constante entrenamiento.

-¿Sabes que envidio tu contextura?- repitió ella desde el mueble

-Me lo has dicho desde que llegaste- respondí terminando de acomodar mis tacones

-Lo sé, lo sé, pero no puedo evitar mencionarlo- soltó una risa, muy característica de ella- vamos, quiero ver lo increíble que te queda el vestido- negué con la cabeza abriendo las puertas de mi clóset; salí de este dirigiéndome al tocador con accesorios que fácilmente costaban una carrera universitaria completa- ¡Dios!

Dramatizó su expresión y cayó sobre mi cama. De algún modo me parecía gracioso cuando hacía algo como eso; tendría que no conocerla como para saber que me presumiría en la fiesta, clásico de Laura y no me molestaba en lo absoluto.

-Bien, te vez única y fabulosa- enunció arreglando su cabello- digna de ser la portada de revistas de esta semana- guiñó carismáticamente tomando nuestros bolsos. Sonreí ligeramente en respuesta cuando salimos de mi habitación  

Laura y yo éramos diferentes, lo sabíamos, pero congeniábamos con naturalidad y sus opiniones respecto al mundo empresarial me divertían. No callaba lo que pensaba y era tan directa, que podría fácilmente encajar en mi entorno.

Ella visitaba la mansión a menudo, ya que sabía perfectamente que mis horarios laborales y lo obstinada que podría llegar a ser no me permitían salir con ella. Ambas nos entendíamos y eso bastaba para que cualquier conversación fluyera sin problema alguno.

[+18] STATUS | Navier y HenleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora