Requisito 17: Un reto es un reto

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Almudena desde su posición vio mi nerviosismo y se acercó con una sonrisa de oreja a oreja solo para abrazarme, siendo ese el saludo más noble que había recibido en tiempo.

—Mucho gusto Teira, como siempre es un placer recibir a los amigos de mi esposo. Me alegra verte Killiam —habló Almudena, con un tono de voz delicado y adecuado a su estilo. —Pasen adelante, los demás están reunidos en la sala principal.

Sus palabras cordiales fueron compartidas con la apertura de la puerta de su cabaña. Ingresamos rápidamente y dejamos nuestros abrigos en un pequeño armario que contenía más ropa de invierno; el interior de la cabaña era de ensueño, aquí sí se sentía el calor humano. El techo era una especie de pintura abstracta en colores azules, amarillo y rojo con blanco, al caminar lo que más destacaba en todos lados era la madera de colores claros a oscuros y la manera en que habían acondicionado el lugar para que nadie pasará frío o calor. Llegamos a un pasillo que dejaba avistar y escuchar voces de más invitados pero mientras Killiam y Dairo iban conversando adelante yo me quedé hipnotizada e intrigada por una pared en especial.

Desde el piso hasta culminar la parte en la que inicia el techo se podía apreciar imágenes preciosas de diversos paisajes a los cuales Almudena y su esposo habían visitado, en cada imagen ellos salían posando alegres y por lo visto no tenían hijos porque las instantáneas era solo de los dos o de forma individual.

—Es hermoso, ¿Cierto? —me acompañó la dueña y señora de la casa, con esa sonrisa cariñosa que me había ofrecido en la entrada.

—Tienen una casa preciosa —-hablé por primera vez, sintiéndome minúscula al lado de su belleza inigualable.

—Realmente no es nuestra casa principal pero siempre que venimos trato de esmerarme para que se convierta en un lugar cálido para Dairo —comentó, endulzando su tono de voz al hablar de su esposo. De verdad estaban enamorados.

—¿Cuánto tiempo llevan conociéndose?

—Alrededor de unos ocho años siendo amigos y recién unos cuatro siendo un equipo en el matrimonio —aclaró, igual de sonriente.

La forma en la que hablaba de su matrimonio como un equipo me hizo sentir parte de una ilusión, de un mundo de ensueño que yo nunca llegaría a tener con Killiam dada las razones de su contrato falso pero eso no tenía porqué saberlo Almudena.

—Me alegro mucho por ustedes dos, de verdad se ven muy bien juntos. Disculpa que me entrometa pero por el acento me dieron a entender que son latinos, ¿Es correcto?

—De hecho si, Dairo es de Venezuela y yo soy de República Dominicana pero debido a la carrera de Dairo no podemos ir tanto como nos gustaría —aclaró ahora un poco nostálgica.

—Mi vecina en Chicago es de Venezuela y siempre me ha contado cosas maravillosas de su país.

—Si, tiene lugares hermosos, ahí fue donde Dairo me pidió casarnos —dijo, señalando justo una foto en el centro de la pared que dejaba ver una montaña con colores vivos, los dos orgullosos de mostrar la argolla de compromiso.

Al ver tan hermosa propuesta de matrimonio recordé la que hizo Killiam en el campo de fútbol de la feria del pueblo.

—¿Todo bien Teira?

—Si, solo me acordé de algo pero bueno vine aquí a pasarla bien con ustedes. —-aseguré, sacudiendo mi cabeza antes los molestos pensamientos.

—¡Esa es la actitud! —exclamó alzando las manos en modo de celebración. —Vamos, te presentaré a todos, están emocionados por ver quién ha robado el corazón de Kill.

En la sala principal como había dicho Almudena estaban todos reunidos, incluido mi amigo que ya parecía estar muy alegre. Antes de sentarme en uno de los muebles me presentaron a varios jugadores del equipo y sus encantadoras novias o esposas; en sí el grupo estaba conformado por unos diez hombres dormidos y llenos de carisma, todos me hicieron sentir la confianza para actuar normal y no fingir tanto.

—Bueno chicos, creo que como cada año es necesario saber los detalles jugosos sobre la nueva pareja del equipo. —Expresó Dairo, levantándose en medio de la sala para dar inicio a una conversación entre amigos. —Cuéntanos Teira, ¿Qué tal es la vida de casado al lado de este rufián? —bromeó con un tono de voz jocoso, invitando a todos a escuchar mi respuesta.

Observé al supuesto rufián y le sonreí con mucha picardía de por medio; recordé el motivo por el cual Killiam nos había hecho llegar tarde y de repente me encontré con ganas de hacerlo pagar a mi manera todo el deseo acumulado que me había hecho pasar momentos atrás.

—La verdad es que hasta el momento se porta muy bien, hace caso y llega temprano a nuestro departamento en Nueva York —bromeé, sintiendo las burbujas del champagne en la cabeza.

—¡Oh compadre, eso sin duda es una punta! ¡Está mujer es de temer! –gritó lleno de alegría Dairo.

Todos se carcajean disfrutando de la velada y de la camaradería.

—Creo que se está equivocando Sra. Hastings, hasta donde tengo entendido es usted quien me ruega llegar temprano para complacer sus necesidades.

«Con que esas tenemos» le dije mentalmente con un gesto de mi cara hacia su persona.

—¡Vamos chica, no te dejes! —exclamó una de las novias de los jugadores ahí presentes, su nombre era Marian.

—De acuerdo señores, esto se pone serio, creo que es hora del bautizo, ¿Qué dice la audiencia? —expuso el dueño de la casa.

Todos se levantaron de sus puestos y formaron un círculo conmigo y Kill dentro, no entendía mucho de qué iba el bautizo pero me hice a una idea al ver dos vasos de cerveza y dos tragos pequeños de tequila, con su respectivo limón al lado. Mi esposo falso estaba ahí, disfrutando del instante tal como yo mientras nuestros acompañantes chiflaban llenos de emoción por lo que estábamos a punto de hacer.

—Esto es muy sencillo damas y caballeros –explicó Dairo, posicionado entre los dos, —quien acabe los dos tragos primero hará lo que el otro le pida y les advierto que no hay empates en esto, la ultimas vez perdió nuestro querido Lawrence, ¿Cierto Marian? —le preguntó a la misma chica que me había apoyado hace pocos segundos.

Al parecer esto era una tradición.

—¿Lista nena? –indagó mi contrincante, haciendo que devolviera mi atención por completo hacía él.

—Cariño, prepárate para perder. –le dije, sonriendo segura de que esto lo podía hacer.

—En sus marcas... –inició Dairo.

—Listos... –continuó Almudena.

—¡Fondo, fondo, fondo! –gritaron todos al unísono, instándolos a darle cuerda al asunto.

Dando inicio al bautizo.

Agarré ese tarro de cerveza con ambas manos y tomé el primer sorbo, estaba súper helado pero con todo el gusto del mundo lo empiné hasta ver que llevaba medio vaso vacío. Estaba sedienta y dispuesta a ganar a como dé lugar, en pocos minutos lo acabé siendo alentada por todos mis compañeros para finalizar con el respectivo chupito de tequila seco.

—¡Señores y señoras, damas y caballeros, la ganadora esta noche es Teira Hastings, carajo! —dictaminó Dairo en un grito de júbilo que me llegó a todo el cuerpo lleno ahora de alcohol.

Todos gritaron en son de burlas hacía Kill y de ánimos hacía mi. Respiré profundo, sintiendo el ardor del tequila en mi garganta y el ardor de todo mi cuerpo al ver cómo mi esposo falso me daba cierta mirada sugerente; el ambiente sin duda alguna se prestaba para disfrutar con toda esta gente pero ahora en este momento deseaba otro tipo de fiesta privada. Esta era nuestra oportunidad de saber de qué estábamos hechos, así que con la idea en mente continuamos celebrando con nuestros nuevos amigos, hasta que dieron las doce de la noche, hora de retirarnos a nuestra suite.

—Chicos de verdad que muchas gracias por esta noche. Lo disfruté al máximo –expresé en gratitud hacía los mejores anfitriones de la noche.

—Es cierto chicos, Teira y los demás disfrutaron un montón. Gracias compadre –agregó Kill mientras me ayudaba a bajar las escaleras. Ambos colegas chocaron sus puños y se despidieron.

—¡Nos vemos en el campo! —-finalizó Dairo.

Una vez terminadas las despedidas, los dos nos subimos al auto negro que nos trajo esa noche más temprano.

Dejamos atrás una diversión para ingresar a otra al llegar a nuestro destino.

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