Abrázame, Ámame, Tócame...

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Hay cosas que quiero decirte, pero simplemente te dejaré vivir
Pero si me abrazas sin herirme
Serás la primera en hacerlo
Hay cosas que quiero hablar, pero es mejor que no
Pero si me abrazas sin herirme
Serás la primera en hacerlo

Y mientras tanto la maldita canción seguía sonando como si estuviera en repetir, tragó el grueso nudo en su garganta y se alejó de la ventana viendo a su madre acercarse. - ¿Puedo enseñarte algo? - Dijo la mujer de ojos casi achinados y una sonrisa maternal.

Ella asintió, no había hablado ni pronunciado ni una sola palabra desde que se despertó y llevaba el estómago cerrado, María salió de la habitación y ellas se sentaron en un sofá lateral. - ¿Qué querías enseñarme, mamá? - Preguntó con la voz ronca, carraspeó y su madre le sonrió.

Manuela le extendió el grueso libro que llevaba en sus manos colocándolo en su regazo. - Como te nos vas, tu padre y yo te hemos preparado esto para que siempre lleves un trocito de casa contigo. -

-Pues ni que me fuera al otro barrio, mamá. - Luisita dijo con un intento de sonrisa, pero lo cierto es que el nudo seguía creciendo.

-Ay hija, ya me entiendes. - Manuela abrió el libro y lo primero que encontró fue una fotografía de ella siendo una niña de unos tres o cuatro años sosteniendo su cara con una mano, sus cabello largo y rubio relucían al igual que el marrón de sus grandes ojos y sonrisa angelical. - Mira nada más que niña más preciosa. - Manuela se inclinó hacia ella dejándole un beso en la mejilla.

-Me gusta mucho esa foto. - Asintió Luisita.

-Pues hay más. - Su madre le indicó a que siguiera mirando y página a página aquel libro estaba lleno de recuerdos familiares desde que ella una bebé pequeñísima con su vestido de bautizo o el primer día de colegio, con el abuelo, en los hombros de su padre, abrazada a su hermana cuando solían ser muy unidas antes de que cada una tomara un camino diferente, con las amigas del colegio, la graduación, cumpleaños y disfraces; toda su infancia pasó por sus ojos a través de esas fotografías hasta que hubo un salto en el tiempo en el que directamente se fueron a la adultez. - Ni una foto de tu época rebelde adolescente. - Rió Manuela.

-Por fortuna, que horror. - Esta vez la rubia se rió un poco hasta que pasó una nueva página y allí estaba ella, Amelia durante su época universitaria.

Amelia y ella durante las fiestas, Amelia y ella en la playa, Amelia cargándola a ella sobre su espalda, Amelia y ella tomando café con el atardecer de fondo, Amelia y ella abrazadas con los abrigos y bufandas muertas del frío, pero con sonrisas llenas, Amelia y ella en cada uno de los viajes que hicieron juntas, en las noches de San Juan frente a la hoguera, Amelia y ella en cada una de las manifestaciones del Orgullo. Amelia y ella.

Hold me, love me, touch me, honey
Be the first who ever did
Hold me, love me, touch me, honey
Be the first who ever did

Abrázame, ámame, tócame, Cariño
Sé la primera en hacerlo
Abrázame, ámame, tócame, Cariño
Sé la primera en hacerlo

La última foto de ellas era recostadas sobre una manta, ambas tenían los ojos cerrados y sus manos unidas, ella llevaba esa sudadera del nacimiento de venus que tanto le gustaba mientras a su lado Amelia tenía un enterizo amarillo con una camiseta por dentro blanca. Pasó la yema de los dedos por aquella fotografía y sonrió, más que recordar cuando y donde se habían sacado esa foto, recordaba la sensación que tuvo en ese momento. Paz.

-Han pasado muchas cosas juntas ustedes. - La voz de su madre le sacó de sus pensamientos, ella la miró. - Estoy segura de que sea lo que sea que haya pasado entre ustedes, lo arreglarán. - Manuela le sonrió. - Ustedes son como el ying y el yang, juntas siempre. - Unió sus manos como ejemplo. - Luisita sonrió a duras penas asintiendo difícilmente, no creía que sería tan sencillo.

Bandolera Where stories live. Discover now