Capítulo 23 | Nadie ve venir la oscuridad

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- ¿Y propones que seamos nosotros?

- Siempre has querido el mundo ¿No? –

Pitch se interesó en las palabras de Peter.

- Tendremos todos los mundos, recuperaré la oscuridad de mi isla ¡Cómo siempre debió ser! Y... destruiré a los Cuatro Grandes. –

Black empezó a caminar alrededor de Pan, analizaba la situación y la posible oportunidad que tenía enfrente. Alzó sus manos y la sombra de Peter volvió; de inmediato volvió detrás de su amo, se encondió del rey de las pesadillas.

- Que esto sea una lección... no importa cuanto crees estar por encima de mí; solo eres un humano patético que obtuvo su poder gracias a mí. –

El joven no agachó la cabeza para nada. Conocía desde hace siglos a Pitch Black y estaba por completo seguro que aceptaría o al menos le ayudaría de alguna manera.

- Pero... me has sorprendido... y mucho. –

Black tronó sus dedos y muchos caballos negros aparecieron a su alrededor. Peter dio unos pasos atrás; lo que vio era nuevo, no eran las sombras que Pitch había trabajado antes, de hecho "¿Esas cosas son sombras?" pensó. 

El hombre de ojos ámbar se acercó a un caballo y lo acarició.

- Hermosos ¿No? –

- ¿Qué son? –

- Pesadillas. –

- ¿Qué? -

- Pesadillas... mi obra maestra. Por años... utilicé la oscuridad, las sombras para obtener miedo. Pero al fin... pude transformar el miedo en algo más. –

Peter admiró las pesadillas. Se acercó un poco y a pesar de los relinchos no se asustó, al contrario, sonrió y supo que eran poderosas que con ellas recuperaría el control total de su isla, que la haría una Nunca Jamás sombría, cómo siempre debió ser.

- ¿Tienes un plan, Peter? –

- No, no precisamente. –

- Estás cegado por la furia, quieres venganza y eso no te va a ayudar. –

Peter Pan en serio se sintió cómodo entre las pesadillas rápidamente. En todos los meses de paz y armonía con la niña perdida se había apaciguado; al parecer extrañaba tanto el estar rodeado de maldad y oscuridad.

- Si me lo permites podría instruirte en ese camino... -

Pan lo observó.

- ... te ayudaré en tu propósito. Y yo podré cumplir el mío. –

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El capitán Garfio salió de su barco y el Sr. Smith lo acompañó; irían a ver a las chicas en las jaulas. Al fin amanecía y con el primer rayo de sol, Killian quiso ponerse manos a la obra con su situación.

- Buenos días, señoritas. –

Ambas se veían cansadas, exhaustas. Tinker Bell se acercó a los barrotes, tenía una expresión muy molesta.

- Ya los tienes a todos ¿Cuándo podremos irnos? –

- Estás jugando un juego muy peligroso con nosotras, Jones. –

El capitán se paró frente a ella con una sonrisa egocéntrica y una actitud muy confiada.

- Dejen de lloriquear. –

Se acercó a la sirena y le dio una botella de agua.

- Me parece que le pediste agua al joven peliblanco. –

Nunca JamásWhere stories live. Discover now