01 ― summer in the capecod

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this is the first day of my life, i'm glad i didn't die before i met you!


El verano en Cape Cod era una fantasía silenciosa. Nueva inglaterra se caracteriza por hacerme sentir melancólica desde el primer día de verano en el que mi madre conducía a Provincetown, pasando por el centro de la ciudad lleno de chispa y gente feliz hasta llegar a la costa en donde estaba la casa de Teresa. El viaje en auto siempre me había gustado, pero ese verano yo acababa de cumplir dieciséis años y me empezaba a sentir cansada sin razón alguna, así que dormí todo el camino. El ferry era mucho más rápido, pero siempre nos quedabamos todas las vacaciones, fueran dos meses en el verano o una o dos semanas en el invierno y la primavera, y tendiamos a llevar mucho más equipaje del que realmente necesitábamos. Además, a mamá le gustaba tener su auto cerca; su suburban era su posesión más preciada. Era bueno tenerlo en la ciudad, facilitaba el moverse por ahí sin depender de Teresa. Para mí significaba que, si quería y nadie lo notaba, yo podría salir a conducir en la noche por toda la costa del cape cod y estrenar mi permiso de conducir.

La casa de Teresa siempre me hacía sentir pobretona. En Boston, mamá y yo vivíamos en un apartamento lindo en el centro de la ciudad, nada muy lujoso que si no fuera por el buen gusto de mi madre para decorar sería asqueroso. Tenía sus defectillos pero era nuestro. La casa de verano de Teresa en la costa era grande y bonita, como la casa de una película, y yo aun no me terminaba de creer que tenía el privilegio de ser hija de su mejor amiga y vivir ahí todo un verano. A veces, si me despertaba antes que los demás, me gustaba hacerme el desayuno y jugar a que era mi casa y por fin vivía la vida como debía de ser; luego Miles se despertaba y se reía de mí por tararear mientras hacía pancakes y arruinaba la fantasía.

Parada frente a la casa y antes de que mi madre llamara a la puerta y Teresa saliera corriendo a darle un abrazo yo la admiré como hacía cada vez que estaba frente a ella. Era la casa más grande en esa calle y la fachada era azul cielo que se podría confundir con gris si el sol no la llamaba directamente. Las tejas eran grises y los barandales de madera eran blancos. En la entrada estaba aparcado el jeep de Teresa y en la puerta ya había puesto su tapete de bienvenida.

—Hey —su voz me hizo sonreír incluso antes de poder mirarlo.

Sus brazos se enredaron en mi cuerpo y antes de siquiera poder reaccionar me había levantado por el aire. Solté una risa. Cuando estuve de nuevo en suelo, lo pude ver bien. Miles, quien siempre había sido muy encantador, también era un chico paliducho que en cualquier otra época del año que no fuese primavera o verano evadía el sol. Pero ahí, de pié frente a mí, su piel brillaba y me di cuenta de que debía de llevar ya varios días en el pueblo, porque el bronceado ya se le empezaba a notar y tenía las mejillas rojizas.

—¿Ya vas a dejar de mirarme como si fuera comida y me vas a abrazar o estas esperando a que pose? —me dijo. Rodé los ojos y sonreí. Lo abracé con fuerza. No lo veía desde la semana de vacaciones de primavera, pero se sentía como una eternidad.

—Te extrañé, Miles —murmuré sin soltarlo. Su pecho vibró cuando rio.

Cuando nos separamos del abrazo, fue su turno de mirarme. Si él se había convertido en un muchacho alto y fuerte, yo, equivalentemente, ya tenía un poco más de pecho y de cadera y me había dejado crecer el pelo un poco. Ese día recuerdo llevar shorts de mezclilla y un top de punto color balnco.

—Cada vez que te veo te pareces más a Zara —dijo. Fruncí el ceño y lo golpeé en el hombro—. ¡Hey! Tu mamá es linda, ¿Okey? Mi primer crush.

𝐰𝐞 𝐞𝐱𝐢𝐬𝐭 𝐢𝐧 𝐣𝐮𝐥𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora