Sigo la ruta, no está lejos. Con la vista al frente, los minutos pasan teniendo en mente a Sofía, siendo la otra ubicación que debo encontrar. Maldita sea la sangre que carga, es peor y más difícil de hacer desaparecer que la mía. No pueden quedarse un día sin estar en peligro, ya que aún recuerdo que hace unas horas estuvo a punto de ser llevada con esas escorias.

Debe resistir. Es su única tarea en este momento. No puedo resolver eso por ahora, pero sí debo obligarla a vivir lo voy a hacer. No depende solo su vida y es algo que tiene que entender.

Con las últimas palabras que dijo repitiendose en la mente y el corazón bombeando mucho más rápido de lo habitual, el dichoso templo queda a la vista. Lo solitario del lugar, les da la oportunidad de hacer lo que quieran y nadie podrá interrumpir sus rituales asquerosos, sin embargo es algo mío lo que tienen y dejarlos arruinarlo no está en mis planes.

En lugar de detenerme cuando llego a la gran puerta de madera, aceleró yéndome con todo para tirarla y pasar sobre ella dando pase libre a quienes vienen conmigo.

Un arma, un cuchillo y varios cargadores es lo que llevo conmigo.

No pienso. Solo disparo a matar al que se interponga en mi camino. Atravieso el umbral encajando la navaja a la sabandija que se me viene encima sacándola para cortar la tráquea de otro. Disparo una vez más acabando con la bola de mierdas que hay en frente.

Dejo salir el odio, la rabia y todo lo que he contenido este tiempo, sabiendo que lo que se llevaron esta vez es más importante que todo lo que una vez poseí.

Le rompo el cuello al siguiente. Pateo el otro dándole la vuelta para clavar un cuchillo en su pecho bañándome de sangre de malnacidos que caen bajo mi descontento por haber tocado lo que no debieron.

Llego a la puerta y el cerdo asqueroso que sale con las manos vacías tiene la camisa a medio abotonar mientras el ritual estaba por iniciar. Todos los demás están con velas como idiotas satanistas que no conocen lo que algo como ello representa en verdad.

Si es tanto su gusto por el diablo, fácilmente puedo hacer que lo conozcan, pero es mejor acabarlos por mí propia mano. Busco en las esquinas pero no hay nada, disparando los latidos en mi tórax.

__ ¿Donde está? - pregunto colérico. Nadie responde. - ¿Donde carajos lo tienen?

Veo sangre en las manos de uno de ellos, el otro tiene una cruz con lo mismo mientras mi pecho se presiona debido a la rabia.

__ Este ritual de purificación es...

__ ¡Malditos asquerosos! - la rabia habla por mí. Sueltan las velas queriendo detenerme para que no le rompa la cara a punta de puños al que tengo cerca, pero no pueden porque mi furia le arrebata la sangre que me salpica la cara.

No hay nada que puedan hacer para detenerme cuando me impulso. Mi pie le rompe la nariz, enterrando el puño en el siguiente cuando lo lanzo al suelo, me agacho esquivando el golpe del que viene a mi espalda lanzándolo al frente donde le estampo la bota en la cara.

Sin temor a nada. Sin lástima de quien pueda ser. Desatado. Tal como se los advertí.

Me voltean la cara con la culata de un arma el cual arrebato para enterrar los balazos que lo deja tendido en el suelo. Alguien me habla y no entiendo de razones. Mi cabeza solo grita la palabra matar, destrozar y mis manos lo ejecutan siendo lo que tanto disfruto.

La ira me cega, las articulaciones responden a una sola orden. Derribar a todo el que venga conmigo.

Le rompo el brazo a uno de ellos, dislocando el hueso que baila cuando lo tiro al piso. Sus gritos solo me complacen más. La sangre me empapa pero el dolor que ellos sienten no compensará nada. Me vuelvo el tipo sin escrúpulos, despiadado y sediento de muerte que tanto temieron, hoy solo pensando en que puedo llegar tarde.

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