vii. ━━━━ ¡vaya culazo!

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you could be my dirty
little secret and you could be
everything i need




































































Al entrar a su habitación lo primero de lo que Merilia se percató fue de que Noah estaba tirada boca abajo en su cama, con medio cuerpo colgando fuera mientras su brazo derecho se elevaba dejando la pantalla del móvil a la altura de sus ojos. Se veía super desanimada y la mayor no pudo evitar rodar los ojos al saber que el idiota de Dan era el causante del estado de su hermanita.

   Merilia dio dos aplausos, llamando así la atención de Noah, quien despegó su vista de la pantalla con cara de zombi y miró a su hermana con la boca entreabierta.

   ―Cierra la boca que se te van a entrar moscas ―dijo Merilia llegando junto a ella, la cinchó de las piernas y la arrastró hasta que todo su cuerpo estuvo acostado en la cama y le dio una palmada en el trasero.

   ―¡Auch! Merilia, ¿qué te pasa?

   ―Nada de quejas, cámbiate que nos vamos a la playa ―decretó.

   ―Sabes que odio usar bikini.

   Merilia estaba al tanto de lo acomplejada que se sentía su hermana acerca de su cuerpo, sobre todo por la cicatriz que tenía en la parte baja del abdomen.

   ―Pues ponte un bañador de una sola pieza ―Como si tuvieras pocos para elegir, pensó, pero no quiso hacer mención del vestidor inmenso ya que sabía que a su hermana no le agradaba.

   ―Vaaaale ―dijo con pereza ―. Pero préstame uno de los tuyos, que son más bonitos.

   Merilia rodó los ojos pero asintió y ambas se internaron en su vestidor en busca de un traje de baño. A Noah terminó por convencerla uno liso de color lila y Merilia optó por uno de dos piezas de color verde, con flequillos en la parte superior. Agarraron una toalla cada una y la pelinegra se llevó un pequeño bolso playero para guardar sus teléfonos móviles y dinero por cualquier cosa que surgiera.

   La casa no estaba lejos de la playa, todo lo contrario, así que en diez minutos ya estaban con sus respectivas toallas extendidas en la arena, disfrutando de los rayos cálidos del sol entrar en contacto con su piel.

   El rington de Merilia llamó la atención de ambas, pero la menor lo ignoró y siguió en la suya mientras su hermana atendía, pero cuando la pelinegra se llevó el móvil a la oreja lo único que logró escuchar fue una respiración forzosa hasta que finalmente la llamada se acabó. Confundida guardó su celular en el bolso y se encogió de hombros sin darle mayor importancia, seguramente se habían equivocado de número. Noah se había llevado un libro, el cual estaba leyendo de lo más a gusto hasta que se percató de la presencia de cierto pelinegro.

   Nicholas llegaba con su grupo de simios que Merilia reconoció de la fiesta de la noche anterior. Uno era casi tan alto como él, moreno por el sol, con el pelo rubio como el oro y los ojos azules; el otro era más bajo, aunque solo en comparación con Nick y sus otros dos amigos, y no le extrañó ver que tenía un ojo morado. El último fue el que captó la atención de ambas hermanas, más que nada porque fue el primero en ir directo a ellas. Tanía el pelo marrón oscuro y unos ojos tan negros como la noche.

𝗥𝗘𝗣𝗨𝗧𝗔𝗧𝗜𝗢𝗡  ❪ culpables ❫Onde as histórias ganham vida. Descobre agora