Observo el blanco a unos diez metros lejos de mí. Apunto para asegurar la efectividad.

__ Óscar...

__ A Óscar lo tengo cerca. - la vacío enterrando el primero de los proyectiles en el centro. - Ese no es peligroso ni intentándolo. Pero hay alguien a quien acuden cuando quieren dinero, desde que quemé viva a su madre sé que me busca, no tardará en venir o enviar por mí.

Me ve con confusión. No voy a explicar nada. Con que me entienda yo, basta.

__ Ponte a trabajar. - lo envío para dejar de verle la curiosidad que emana.

No puede simplemente quedarse con lo que sé le da. Por eso convencido de que indagará más, encripto toda la información con el sistema que sé no va a fallarme incluso con alguien hábil. Es a prueba de la sofisticación de los grandes. Con programas que se nota la efectividad en cuanto a seguridad.

Paso de asegurar las armas a probarlas. De probarlas a arreglar los fallos, luego a meterlas en los maletines con el sello correspondiente a donde pertenecen. No se esperan que sea quien dirija lo que Max dejó, por ello me muevo entre muchos aún en la penumbra y de ahí sale un poco de la información que puedo disfrutar saber.

Como el que los Myers sigan llorándole a la sabandija que tenían por hijo.

Sabiendo que es el entierro del polla chica, subo a un vehículo donde me traslado bajo la lluvia hasta el punto donde me informaron estaría.

Nada me complace últimamente en cuanto a la forma de cobrar mis deudas, siento que no es suficiente para desquitarme y por ello después de la muerte me tendrán también. Atormentando la existencia de aquellos infelices que no le dieron vida a alguien a la altura, sino a un gusano al que por segunda vez deseo aplastar.

El dolor causado por mí, jamás es suficiente.

Desde mi punto saco el lanzacohetes que pongo en mi hombro y muchos logran ver comenzando con los gritos para salvarse cuando suelto el explosivo que levanta la caja de madera, la cual contenía a Dylan Myers.

__ ¡Mi hijo! ¡Dañó a mi hijo! - grita Liliam, quien corre cayendo de rodillas ante el féretro en llamas. Abraham se queda atónito, en tanto su mujer suplica por su hijo.

Le dedico una sonrisa desde mi lugar y la muy inútil solo llora más al saber que no será la única vez. Pueden esconder el cuerpo y ellos mismos, pero tengo la finalidad de matar tres veces a los traidores y como mínimo cinco al hijo de perra de Ronald junto a Sabine.

Una por lo de hace años, quitarme lo mío no fue buena opción.

La segunda por contribuir a la muerte de mi padre y el entonces líder.

La tercera por ver, tocar, producir temor y hacer huir a mi mujer con Kilian.

La cuarta por apartarme de mi hijo y hacerme creer que estaba muerto.

La quinta porque se me antoja cobrar una vez más cada una de las anteriores.

Quien me debe en cada una de ellas, son las veces que morirá. Sufrirá en carne la primera. Será partido en dos y quemado en la tercera. Una más para demostrar que aún en el infierno los voy a perseguir.

Conduzco hasta las bodegas.

Veo el auto rojo que sé, me arruinará el ánimo. Pero debo poner otro lanzacohetes en mi auto y por ello entro.

Danna está sentada en mi silla, con el cabello suelto, un flequillo que me recuerda a Sofía en sus inicios, su forma de vestir y hasta las pulseras diría que son las mismas.

__ Te estaba esperando. - me dice cuando abro mi cuarto de armas.

__ No entiendo para que. - busco lo que quiero, sacando el maletín. Reviso las partes que coloco sobre la mesa, cuando siento como me hace girar en mi lugar.

Contención Where stories live. Discover now