Nueva noche, nueva vida

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Leer mientras se viaja en carretera resulta bastante molesto, al grado de que es posible marearse por los movimientos e impidiendo poder enfocar bien el texto. Como si las palabras saltaran. Claro que existen personas capaces de no experimentar tal malestar, pero otros comienzan a sentir náuseas tras leer un pequeño párrafo.

Por esa razón Patrick prefirió cerrar su libro y guardarlo en la mochila que le permitieron subir con él. Se colocó los audífonos y se acomodó de la mejor manera posible para poder observar por la ventana. El paisaje cambiaba a ratos, pero la mayor parte del tiempo todo lo que se podía ver era un campo rebosante de flores de distintos colores que resaltaban por el verde de los pastos. Estos tonos de colores se extendían hasta las suaves colinas que bordeaban el horizonte, donde había lejanos y frondosos bosques. Y toda esta paleta de tonos contrastaba fuertemente con el azul del cielo despejado, permitiendo que el fuerte brillo del sol solo intensificara los colores.

Qué lástima estar aquí metido en semejante día —pensó Patrick, suspirando y tomando varias fotos para instragram.

Por un largo rato estuvo dormitando. Solo eran él, la ventana, y su lista de reproducción con canciones de U2. Ni siquiera sintió pasar el tiempo. Estaba quedándose dormido cuando su madre lo tomó del brazo haciendo que se sobresaltara.

—Cariño, baja un poco el volumen. Te harás daño por escuchar música tan fuerte.

Se quitó los audífonos para así centrar su atención en ella.

—¿También estás emocionado? —le sonrió, provocando que Patrick le devolviera el gesto. Adoraba verla así de feliz.

—Bastante —rogó por sonar convincente, pero creyó conveniente decir algo más para complementar su respuesta. —Aunque el viaje se está volviendo eterno —se quejó, mirando el reloj; hacía una hora que debieron haber llegado a su destino. Estiró las piernas en su asiento para evitar que se entumieran.

El sol comenzaba a ponerse, escondiéndose tras las colinas. El paisaje había cambiado. Ahora las suaves colinas eran más accidentadas. A lo lejos vio varias luces. Las casas, que durante gran parte del viaje se hicieron extrañar, por fin hacían su aparición.

—¡Qué bien, por fin estamos llegando! —Helen encendió la luz correspondiente a la fila en la que ellos estaban sentados. De su bolsa sacó un sobre donde tenía anotadas algunas indicaciones. —Bien. De la central de autobuses tendríamos que usar el subway, para después tomar el autobús de la ruta 10. Eso nos llevará aproximadamente 50 minutos.

Patrick puso los ojos en blanco. Su mamá no debía estar hablando en serio ¿De verdad ella planeaba viajar con todo que traía consigo en el transporte público? Siempre quiso subirse al metro de Londres, solo que ahora no era la mejor ocasión.

—Pero con todas las maletas que traemos ni loca nos haría viajar así. Por lo tanto, tomaremos un taxi y, esperando que no haya tráfico, deberíamos llegar a la casa en 25 minutos.

Menos mal. Su mamá releyó la carta antes de guardarla de nuevo en el sobre. El autobús desaceleró su marcha al entrar a la ciudad. Muchos de los pasajeros aprovecharon para levantarse de sus asientos y poner en orden todas sus pertenencias. Él los imitó, aunque no es que trajera tantas cosas consigo. Sus dos maletas se quedaron abajo.

En cambio, su mamá sí debería preocuparse por todo lo que subió con ella. Para empezar, traía un polar (a pesar de que el día fue caluroso), una bolsa de comida (ahora llena de la basura que guardaron ahí para no ensuciar) y su enorme bolso, que triplicaba el tamaño de su mochila por todas las cosas que traía ahí (en cierto punto sacó un montón de bolitas de estambre y se puso a tejer).

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⏰ Last updated: Jan 22 ⏰

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