Pero Zayn miró sus manos juntas, y unos momentos después llevó sus ojos hasta los de Louis.

La luna brillaba encima de ellos. Algunos perros ladraban en algún lugar, y daba miedo.

Entonces Zayn llevó su mano hasta sus cabellos, y los acarició.

—Parecías un vagabundo. —comentó sin más.

O bueno, sus cabellos, los peinó.

Y Louis sonrió, subiendo su mano para intentar acomodar sus castaños—. ¿Está mejor ahora?

Zayn asintió y finalmente bajó de la moto también—. Vamos a cenar.

Ambos caminaron de la mano por aquel oscuro callejón. Louis no tenía ganas de preguntar, simplemente se pegó al costado de Zayn y recargó su cabeza en su hombro.

Pronto se escucharon carcajadas, escándalo, bandejas moviéndose, el chillar de la sartén. Un rico aroma a guisado, el humo yendo alto al cielo...

Doblaron la esquina, y allí estaba. Un carrito de comida, iluminado con faroles verdes y con una paraguas encima a rayas blancas y rojas. Lucía, extraño. Como si fueses a pescar alguna infección de comer algo preparado allí. Las palomillas volaban alrededor de los focos, el aceite resbalaba por doquier y más, pero Louis no quiso tomar mucho detalle. A pesar de que la higiene no parecía ser la mejor, había algunas cuantas sillas maltrechas alrededor y una mesa al lado del carrito, la mayoría de ellas ocupadas por personas que parecían disfrutar del mejor buffet del mundo.

Louis tragó saliva. Parecían delincuentes. Tatuados, ropa negra y cadenas por todos lados. Como Zayn. Pero Zayn no era un delincuente ¿o...?

Levantó su mirada confundida y angustiada hasta Zayn, pero el pelinegro sonreía grande.

—¡Eh, Malik! ¡Qué sorpresa que te pases por acá!

Volvió a mirar al frente, un hombre fornido que usaba un mandil con manchas de distintos colores y sostenía una espátula en su mano se acercaba. Con los brazos húmedos, barba raramente bien delineada y algunos dientes de oro adornando su boca.

—Ernesto. —Zayn mencionó.

El tipo les miró a ambos, cuando llegó el turno de Louis para ser analizado, sólo pudo pegarse más a Zayn.

—¿De paseo? —Ernesto alzó una ceja con una amable sonrisa.

—Algo así. ¿Tienes espacio para dos más?

—¡Siempre hay espacio para ti, muchacho! ¿Qué será? ¿Lo de siempre?

—Ponle doble salchicha está vez.

El mayor asintió, despidiéndose para volver al carrito. Puso aceite al comal y lanzó dos salchichas sin algún cuidado.

—¿Qué quieres tú?

Louis levantó su vista, Zayn le miraba atento.

—Yo... Eh, bueno, cené en casa así que...

—¡Ernesto, agrega también unas papas fritas!

—¡Claro, Zaynee!

—Eh sí... —Louis se abrazó al cuerpo de Zayn—. Unas papas fritas estarían bien —murmuró.

No pasó mucho tiempo cuando la "cena" llegó a las manos de cada uno. Después de que Zayn agregara todo tipo de aderezos a su gigantesco hot-dog y que Louis agregara ketshup a sus papas, se apartaron un poco de todos, donde podían comer en tranquilidad lejos de las risas.

Zayn se recargó en un poste, donde dio la primera mordida a su cena, dejando sus labios cubiertos de los aderezos bajo la atenta mirada de Louis, quien se había abstenido de pedir cubiertos para sus papas. Tuvo la intuición de que se reirían de él o le mirarían raro.

Zayn parecía disfrutar de su cena al máximo, así que Louis se dispuso a comer una de las papas, que para ser honesto, no sabían nada mal. Y como la primera, fueron muchas más.

Siguió observando a Zayn comer a tan solo tres pasos de él, parecía tan concentrado en su cena que Louis tuvo tiempo de sobra para descubrir una y otra vez cuánto le gustaba Zayn. Lo bueno que era el tiempo a su lado, lo agradable que se sentía su compañía.

Le gustaba, de donde estaba parado hasta la luna, de ida y vuelta. Lo que fuese, estaba... Perdido.

—Eh, chicos. Ernesto invita.

Louis volteó a su costado, una chica de cabello rojo con extraño peinado y falda de cuero negro les extendió dos botellas de cristal sin boquilla. Cerveza, o refresco, ya lo averiguarían.

Zayn tomó la suya, Louis también. Agradeciendo con una suave sonrisa y un asentimiento de cabeza.

—Dile que gracias... —murmuró. Pero la chica ya se estaba yendo.

Volvió a mirar a Zayn, y sujetando la botella contra su pecho le habló.

—¿Vienes seguido acá?

Zayn bebió de su botella y alzó los hombros—. La comida es muy buena. Y cierran hasta el amanecer.

—Hm, sí. Muy peculiar.

El pelinegro asintió, terminando con su hot-dog para después botar el plato desechable. Después de otro trago, eructó.

Louis sonrió, acercándose—. ¿Quieres las papas? Estoy de verdad muy satisfecho.

Zayn las tomó, comiéndolas de una a una. Louis tomó un trago de su bebida, descubriendo que se trataba de refresco de manzana.

—¿Cómo funciona para ti? —preguntó suavemente.

Zayn lo miró—. ¿Qué cosa? —soltó, mascando una papa.

—Hm... Esto, es decir, salir con chicos.

Zayn parpadeó—. Como funciona para todo el mundo, supongo.

—¿Habías salido con otros chicos antes que yo?

Zayn hizo una mueca, por alguna razón las papas perdieron el sazón. Observó a Louis, con aquellos ojos inocentes y esos delgados labios. Tragó saliva, decidiendo botar el alimento restante mientras le daba el último trago a su bebida.

—Tú y yo no estamos saliendo —mencionó, le tomó del brazo y caminaron en dirección al pequeño negocio—. No creas que porque estás conmigo esto es real.

Louis asintió pretendiendo que aquello no significaba lo que realmente era, siguiendo los pasos de Zayn—. Eso lo sé, sólo quiero saber un poco más sobre ti.

—Sabes mi nombre y dónde posiblemente encontrarme. Es suficiente con eso.

Llegaron hasta Ernesto, quien les sonrió tan pronto los divisó. Zayn sacó su cartera y le entregó un par de dólares, después de hacerse una seña, Zayn comenzó a caminar.

Louis le sonrió al cocinero, sacudiendo suavemente su pequeña mano—. Estaba muy rico. —mencionó.

Ernesto rió, volteando lo que parecía ser una carne de hamburguesa en el grasiento comal—. Cuando quieras venir, chico. Estamos a diario aquí, hasta las seis de la mañana.

Louis fue detrás de Zayn, poniéndose a su paso en algunos segundos. Sonrió y de vuelta se pegó al costado del mayor—. Son muy amables. Nadie me miró extraño.

Zayn divisó su motocicleta y buscó las llaves en su bolsillo—. ¿Por qué lo harían? —preguntó sin mucho interés.

—Pues porque, no lo sé... ¿No tengo tatuajes? Aunque, me gustaría uno. Grande y bonito, con, ¿colores? ¿Los tatuajes de colores duelen? ¿Te dolió a ti el que tiene esa frase rara de color amarillo?

—Zap —Zayn suspiró—. Y no, no dolió.

—Siento que me estás mintiendo.

Finalmente llegaron a la motocicleta y Zayn le pasó de vuelta el casco a Louis, quien sin demorar mucho se lo pusó mientras Zayn subía y encendía el motor.

—Sube.

—¿Entonces a dónde vamos?

Zayn tragó la saliva en su boca—. A mi departamento.

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