─¿Colgarla? Nunca haría algo así ─musitó mientras posaba sus ojos en él─. Posiblemente haría que la azoten o le sostengan la lengua con un par de pinzas calientes.

Robert asintió, Maegelle sentía que la cabeza estaba a nada de explotarle. Por eso, extendió su brazo.

─¿Caminas conmigo?

Ella asintió y le tomó del brazo, ambos comenzando a desplazarse por el salón con tranquilidad y en un silencio que ninguno sintió la necesidad de llenar. La joven princesa había pasado toda la mañana escuchando las palabras de aliento de cada una de las doncellas de los Siete Reinos, algunos hombres incluso se acercaron a hablarle de lo hermosa y robadora de aliento que su madre fue. Si alguien le hubiese advertido que tendría que soportar todo esto, se habría quedado encerrada en sus aposentos y no habría salido hasta que todos volvieran a sus tierras.

Pero entonces, recordó que Rhaegar aún tenía una boda que llevar a cabo y supuso que ella no tardaría en precederle. Robert no era un mal compañero, después de todo, la acabó sacando de un momento donde pudo haber creado una horrible enemistad con los Lannister al quitarles a la única hija del Lord de Casterly Rock.

─Sé que es una pregunta estúpida, pero... ¿Cómo te sientes? ─preguntó Robert.

─Es una pregunta estúpida ─afirmó Maegelle─, y me siento cansada. Oír a tantas personas diciendo tantas cosas sólo me hace preguntarme si esto es algo que voy a tener que soportar de ahora en más. Y lo que es aún más agotador de escuchar es que crean que la culpa la tiene un crío inocente; nadie les ha comentado que los embarazos riesgosos pueden llegar a debilitar a las mujeres.

Robert la observó.

─¿Crees que los embarazos han sido lo que debilitó a vuestra madre? ─le preguntó, con nada más que credulidad. Maegelle no dijo nada a primera, se quedó en silencio mientras negaba.

─No, el responsable de todo esto es mi padre ─musitó, sin importarle si alguien más escuchaba. Robert era quién se quedaba en silencio ahora─, ya te lo he dicho, estaba repleta por moretones y cicatrices. Daenerys nunca será responsable por la muerte de mi madre, mi padre es el culpable.

Robert asintió y palmeó el brazo de Maegelle.

─A unos metros nuestro está el espía de tu padre, sé cuidadosa con lo que dices ─musitó él, sonriéndole─. No queremos que te despoje de tu título.

─Me da igual ese estúpido...

─Maegelle ─musitó Robert, haciéndola callar. Ella suspiró─. ¿Te han dicho que tus guerreras te buscaban?

─No.

─Bueno, ahora ya lo sabes. Deberías buscarlas y guiarlas, no han de saber qué hacer en un día así.

Ella asintió.

─Princesa Maegelle ─la voz de Varys los hizo girarse a observar al hombre. Él realizó una corta reverencia cuando los ojos violetas de la joven se posaron sobre él con desinterés y molestia─. Lamento interrumpir vuestro paseo con Lord Baratheon, pero vuestro padre ordenó su presencia en sus aposentos privados de inmediato.

─¿Por cuáles motivos?

─No necesita darnos motivos, es el Rey ─musitó Varys─, él da las órdenes y el resto del mundo las acata sin preguntar. Dijo que se apresure, no andaba muy paciente hoy.

Ella asintió y le dio una última mirada a Robert, antes de poder comenzar a caminar en dirección a los aposentos privados de su padre. Sin saber exactamente hacia dónde se estaba adentrando, comenzó a pensar que esperar lo peor podría ser la opción más adecuada; tranquilamente podría volverla a despojar de sus títulos y hacerla una simple princesa, o quizá, se haya hartado de todos sus hijos y decida colgar uno tras el otro.

call of silence.       robert's rebellionWhere stories live. Discover now