14. Te llevaré a las estrellas y al mismo tiempo al infierno a sentir las llamas

Comenzar desde el principio
                                    

—Esta bien tampoco me apetece ir por allí, también me duele la cabeza siento que no la aguanta siento como si me fuera a reventar —toca su cabeza masajeando los lados, como si intentará disminuir el dolor.

La está pasando fatal.

—Llamaré a recepción para que nos consiga algo para el dolor de cabeza y ordenaré la comida —tomo el teléfono para marcar.

—Te lo agradecería, mientras llega me daré un baño —va a su cuarto, tarda un poco mientras ella hace eso hago la llamada para que traigan el desayuno y consigan unas pastillas.

La salir, lleva su ropa la sigo con la mirada, me levanto de mi asiento antes de que se encierre. Detengo la puerta.

No hablo, ni ella lo hace. La acorraló contra la pared. La miro fijamente.

—Me estás volviendo loco

—¿Qué quieres?

—A ti —agarro sus caderas—, tus labios se están volviendo mi adicción favorita.

—¿Y eso es malo? —no protesta, ni se enoja que la tenga así.

—Para ti puede serlo, por qué cuando me vuelvo adicto a algo no lo dejo ir; no hasta que me sacie de ello —mi voz se vuelve lujuriosa—.

—Entonces eso es lo que quieres, saciarte de mi y luego dejarme —noto como su voz se apaga—. Si va ser así será mejor que te alejes de mi.

—Demasiado tarde. No solo quiero zacearme de ti, de alguna forma no quiero que acabe. Al principio dije que solo eres una chiquilla para mí —recuerdo que también dije que no me dejaría llevar—. Todo ha cambiado, quiero mucho y quiero todo de ti.

Creo que la bebida de anoche me hizo daño, si debería ser eso. Yo no puedo estar diciendo esto.

—Hace un rato estabas muy molesto por los tatuajes, no te entiendo —trata de comprender.

—Y sigo estándolo, ya disminuyó un poco pero no quita que desee cada vez más tus labios y todo de ti —cada fibra de mi cuerpo quiere tocar su piel.

—Entonces que...

—Te beso, me correspondes y dejamos que fluya. Olvidemos lo de los tatuajes. No pienses solo déjate llevar como lo haré yo —la atraigo más a mi.

Sus brazos los posa en mis hombros y se para de puntitas para tratar de llegar a mis labios, se avienta a juntar nuestros labios.

Jodidamente me estoy volviendo adicto a sus labios, a su cuerpo más pequeño que el mío y a ella. Elaine está siendo una adicción demasiado grande.

Esto no estaba en mis planes. Dejo de pensar, profundizó el beso, tomo a Elaine de los muslos y la alzó pengándola más a la pared. El vestido se sube por completo. No quiero tocarla más allá de lo permitido, me freno a no tocar sus nalgas. Solo besos, por ahora.

Quiero tocar, acariciar hasta su alma.

La bajo sutilmente, es tan bajita que me encanta que lo sea. A mi lado es una enana, mi altura y musculatura hacen que se vea más chiquita de lo normal.

Subastada al mejor postorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora