capitulo 8

109 4 0
                                    

Me enfrenté al espejo y lo que vi fue una versión desgastada de mí misma. Las ojeras debajo de mis ojos eran más profundas, mis pómulos más marcados, mi piel pálida reflejaba el vacío que sentía por dentro. Habían pasado dos meses, desde que mi corazón se rompió en mil pedazos, hace dos meses desde que permití que mis ilusiones me consumieran, inventándome un amor que nunca existió.

Me enjuagué la cara una y otra vez, como si el agua fría pudiera despertarme de esta pesadilla. Me vestí con un vestido café oscuro, ajustado al cuerpo, con mangas largas para cubrir mis brazos temblorosos, y unos converse que parecían pesar toneladas en mis pies.

Me senté frente a mi tocador, mi refugio de años, donde solía arreglarme para impresionar a Alek. Me delineé los ojos con manos temblorosas, pinté mis labios con un rojo intenso para ocultar el temblor en mi voz, apliqué corrector de ojeras para disimular el agotamiento que me consumía, rizé mis pestañas con la esperanza de encontrar algo de fuerza en mi mirada, y me puse rubor para ocultar la palidez que se había apoderado de mi rostro.

Tomé mi moño blanco, un regalo de Alek en uno de nuestros mejores momentos, el siempre me daba moños, decía le gustaban como se veian en mi,  pero al recordar sus palabras crueles, "tonta, ingenua, inmadura", simplemente lo guardé en el cajón, junto con los recuerdos que ya no quería recordar.

Con la mochila al hombro, salí de mi habitación, enfrentándome al silencio sepulcral que había invadido mi hogar. Mi relación con papá había empeorado, evitándonos mutuamente, mientras Lisandro y Abel me ignoraban por completo. Demian era el único que seguía a mi lado, aunque no podía evitar sentir que también se alejaba poco a poco. Solo Sandra parecía estar bien, pero incluso nuestra amistad se sentía frágil en estos días oscuros.

Y luego estaba Alek... Después de una semana, se fue a Rusia con Sofía, un golpe más a mi corazón destrozado. Me enteré por accidente, husmeando en su universidad en un intento desesperado por arreglar las cosas, por fingir que aquel beso nunca había sucedido. Pero descubrí que él ya no estaba, que me había bloqueado en todas partes, cortando cualquier posibilidad de reconciliación.

Y Leviatán... No tenía idea de dónde estaba, ni siquiera me importaba en este momento. El era solo un extraño, con el cual pase la noche, en busca de olvidar el dolor.

Ahora, era tiempo de mí. De reparar lo que quedaba de mí misma, de dejar atrás la niña inocente que fui, de abandonar la inmadurez que me había caracterizado. Era hora de enfrentarme a la realidad y empezar a sanar.

Tomé una decisión mientras caminaba por las calles, decidida a dejar atrás el dolor y el pasado que me habían atormentado durante tanto tiempo. Ya no permitiría que el sentimiento de lo que pudo ser y no fue ,siguiera acosándome.

Había intentado, deje que me consumiera de a poco , me había arriesgado y había perdido, pero al menos podía decir que lo había intentado. Lo intente hasta que me  desangre, hasta que me olvide de mi.

Él no quiso intentarlo porque simplemente no era su tipo, y eso estaba bien. Cada uno tiene derecho a buscar lo que le hace feliz, y yo tenía derecho a sanar y seguir adelante.

Esta experiencia  es solo una etapa oscura que he atravesado. Lo peor ya pasó, y aunque el camino hacia la sanación aún será largo, al menos ya no tengo que estar preguntándome "¿qué pasará?". Ahora sé la verdad, y aunque duela, es un alivio no tener que vivir en la incertidumbre.

Caminé por las calles con determinación, tomando un nuevo rumbo para ir a la escuela. Ya no pasaba por el boulevard, aún me dolía el hecho de transitar por allí, ese camino que solía recorrer siempre con él.

Entré a una   cafetería diferente y pedí un descafeinado sin azúcar. Solía tomar capuchinos, pero ahora dolía demasiado recordar que él ya no estaría allí para molestarme por elegir ese café.

El Palacio De Las Mariposas Y El Eden De Las Espinas.       Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα