Madrugada.

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La noche era más que oscura, las calles eran iluminadas por focos de casas ajenas, edificios se observaban a lo lejos y pocos carros transitaban las calles del pequeño barrio.

Leon se sumergía bajo el papeleo que tenía que llenar y documentos a hacer, durante las noches acostumbraba a tratar de dormir, pero no lo lograba. Su unica opción era levantarse de su cama, caminar a su oficina y adelantar trabajo -que parecía nunca terminar- hasta que sus ojos azules picaran, ardieran, empazara a alucinar por el sueño mientras que unas suaves líneas rojizas acompañaran por debajo de ellos en señal de que no había podido dormir.

Se encontraba escribiendo y revisando archivos de diferentes misiones para enmarcar un informe muy detallado.
Suspiró pesadamente mientras se recargaba aún más sobre su silla de oficina, con la idea de irse a preparar un café con Vodka o alguna bebida alcohólica. Bajo sus propias influencias, se levantó de la silla y caminó por el pasillo dirigiendose a su solitaria cocina.

Hace a penas un año había salido con vida junto con Luis y Ashley del extraño pueblo, Ashley siguió con su vida de universitaria y a penas había cumplido los 22, Leon siguió con su trabajo bajo la promesa de Luis, que se iría a vivir más cerca de la ciudad por su trabajo de biólogo. Leon, aunque no estaba feliz con dejar de vivir con Luis, acepto.
Algunas veces le carcomía la conciencia el no haber podido confesarse a Luis antes de que se mudara a una hora de su residencia, si bien no era mucho tiempo de distancia, le daba vergüenza ir a enfrentar sus problemas emocionales como si fuera un puberto de 16 años.

Suspiró antes de colocar a calentar el agua del café, se sentó sobre la barra esperando a que la cafetera terminara de hacer su trabajo.
Cerro los ojos antes de escuchar como su puerta era constantemente golpeada. Revisó la hora antes de bajarse de la barra, 2:36 a.m., Regresó a la puerta y checo por el manojo, suspiró y una felicidad controlable exsaltó sus sentidos.

Luis estaba parado afuera de la casa, con su largo cabello -ahora por debajo del hombro- una sudadera negra y un pantalón de mezclilla típico en él. Leon abrió la puerta, confundido.

-¡Hola Sancho!- Luis sonrió, un poco sonrosado.

-Luis.- procesó.- ¿qué haces aquí?-

-¡Es obvio! Vengo a saludar a mi italiano, barra, americano favorito.-

-Bueno, casi a las tres de la madrugada no es una hora concurrida para venir a visitar viejas amistades.-

-Estaba buscando un buen Bar, pero decidí venir a tu casa a tomar alguna cerveza, mañana tengo día libre así que..Bueno.- Leon negó con la cabeza antes de moverse un poco a la derecha para dejarlo pasar, cerro la puerta tras él y puso seguro.

-¿Cómo te va con el trabajo?- preguntó Leon luego de seguir a Luis a la cocina, quien se movía como si fuera su casa. Cuestionó luego de recordar que el gobierno tomó a Luis al ver sus claras habilidades para él desarrollo científico.

-Bueno, me va mejor que a ti, me parece. - respondió con burla, refiriéndose a las claras ojeras rojizas que adornaban sus ojos.

-El trabajo parece nunca terminar.- añadió.

Luis caminó a la barra encontrándose con una botella de tequila y la cafetera goteando contra la pequeña jarra.
-¿Café con tequila? Vas a morir.-

-Nada a lo que mi cuerpo no esté acostumbrado.- Luis se río y abrió el refrigerador en busca de bebidas con poco contenido alcoholico. Saco cuatro cervezas y regresó a la sala con Leon detrás de él, que lo miraba como si estuviera loco.

-¿Por qué me miras así? Estabas a punto de tomar tequila, acompañame en mis penas.- Leon se burló y se sentó a un lado de él en el largo sofá.

-¿Qué haces aquí?- volvio a preguntar viendo como el español abría la lata de cerveza.

-Quería visitarte, Sancho.-

-Bueno, desde hace 7 meses que no hablamos.-

-¡No me da tiempo! Sino, hubiera venido corriendo hacía ti como un perro persiguiendo a su dueño.-

-¿Estas diciendo que eres mi perro?-

-¡Es sólo metafórico, agente!- se volteó y murmuró algo en su idioma, totalmente rojo.

Leon abrió su lata y tomó un trago, agarro una diadema que usaba para recoger su cabello hacía atrás, Luis lo miró de nuevo.

-Te ves acabado, amigo.-

-No me puedes culpar, mi trabajo no me deja disfrutar mis horas de sueño.- paró y miró la lata.- los fantasmas no me dejan.-

Serra se cruzó de piernas y estiró su brazo derecho por arriba del recargo, casi abrazando a Leon.

-Bueno, ahora sé lo difícil que es.- río.- Durante toda la semana parezco un muerto viviente.-

-¿Más?- Luis río y se recargó más contra Scott.
El contrario, se sonrojó ante el acercamiento, se recargó hacía atrás.
-¿Alguna palabra?- preguntó Leon, viendo a Luis directamente a los ojos, Serra, lo miró quedándose unos segundos así.

-Ni una, Sancho.- Luis sonrió y tomo la barbilla de Kennedy con su mano izquierda, acercando sus rostros hasta unirlos en un beso.

Leon se sonrojó furiosamente, dejó la lata ya casi vacía tirada por allí y tomo las mejillas de Luis, acunandola en sus manos. Serra pasó su mano derecha por su cintura y lo acerco más, abrazando su cadera mientras Leon estiraba sus brazos hacía enfrente, abrazándolo por el cuello.

Luis le apretó la cintura a la vez que metía su lengua en la boca de Leon, quien gustoso la recibió sin problemas, abrió su boca y sus lenguas comenzaron a jugar.
Ambas danzaban sobre sí, Luis chupó la lengua de Leon antes de separarse por un fino hilo de saliva. Leon aún mantenía la boca algo abierta con la lengua un poco salida, acalorado y totalmente sonrojado por la situación. La diadema que sostenía su cabello era faltante en su cabello y había caído por algún lado de la sala.

Luis se mantenía sonrojado tomando respiración, sin separar a Leon de si, lo abrazo apegandolo a su cuerpo por la cintura y Leon se recargó contra él, sin rechazar su abrazo.

-¿A esto venías?- preguntó entrecortado y Luis río.

-Necesitaba una excusa.-

Leon río y abrazó a Luis de nuevo.
Juntaron sus labios una vez más en simples besos que chasqueaban cada que se separaban. El rubio se recargó contra el pecho de Luis aspirando su aroma, colonia varonil.

Luis, olió el aroma frutal que venía del suave cabello rubio, junto con una leve colonia masculina que adornaba la mayoría de su cuerpo.

-¿Y ahora?- preguntó Leon rompiendo el cómodo silencio que se había formado.

-¿Será que Sancho Panza le permitirá a Don Quijote acompañarlo en sus aventuras?-

Leon río, pero no contesto. Levantó la cabeza y besó sus labios una vez más.
Luis recibió su respuesta y acarició su espalda antes de cerrar los ojos y quedarse dormido junto a Leon quien parecía tener un sueño pacífico por fin.

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Palabras: 1,161

My Leon, My Luis.Where stories live. Discover now