25. Demostrar lo contrario.

Start from the beginning
                                    

—Lo sé, mi abuela no debió tomarlo de la mejor manera.

—Estuvo muy enojada; pero esta mañana sus ánimos mejoraron.

—Y ya imagino por qué.

Isaac tenía puesta la mira en la entrada de la gran casona, provocando que yo también lo hiciera.

La señora Mary Taylor se encontraba parada sobre la entrada con expresión seria, de esas que son capaces de desestabilizar a quien sea, sin embargo, aquello no fue lo que me hizo sentir mal, sino la presencia de Lidia a su costado, la cual sonreía ligeramente mientras nos observaba a ambos.

—¿Qué hace ella aquí, Henrietta? La fiesta es mañana.

—La señorita llegó temprano por sugerencia de su abuela. Tengo que volver al trabajo, joven. Nos vemos luego.—respondió la mujer en un susurro, y caminó por los escalones de mármol hacia el interior de la construcción, saludando con un asentimiento a las dos mujeres que yacían paradas sobre la entrada.

—¡Qué alegría verte, hijo!—saludó la anciana mientras Isaac caminaba a mi lado hacia ellas.—No pensé que traerías visitas ¡Que inesperado!

Su sonrisa era totalmente fingida, al igual que la de Lidia.

—Buenas tardes, señora.—saludé aprentando la mano de Isaac.

—Buenas tardes, querida. ¿Ya conoces a Lidia? Te la presento; ven aquí, linda.

La pelinegra caminó hacia nosotros a paso ligero. Traía puesto un vestido claro, el cual le hacía mucho favor a su figura.

—Creo que te he visto en la editorial.—comentó.—¿Cómo es que te llamabas? ¿Amanda?

—Amelie.—corregí, aunque podía jurar que ella sabía perfectamente quién era yo.—Amelie Jane Johnson.

—Un gusto, Amelie.—sonrió falsamente.—Soy Lidia Cleobeth Brenned, amiga de la familia.

—Familia, diría yo.—intervino la señora Taylor.—Te considero como parte de la familia, linda.

—¡Qué coincidencia!—esta vez fue Isaac quién habló.—Amelie también es parte de la familia ¿Verdad, amor?—Me sonrió fugazmente.—Nos casaremos el año que viene. Ya tendrás tiempo de enseñarle tu anillo a Lidia, amor; ahora, si nos disculpan, iremos a descansar un poco, estamos agotados por el viaje.

La expresión de ambas mujeres se oscureció después de escuchar a Isaac, pero no tuve tiempo de analizarlas, pues mi novio ya se encontraba jalándomele hacia el portón para ingresar al interior.

—Me odiarán mucho más después de eso.—le dije en voz baja, mientras caminabamos por los pasillos de la gran mansión.

—Es lo que menos debe importarte, la verdad.—respondió con una sonrisa.—Ahora vamos a mi cuarto, para que te sientas más comoda.

...

Para las ocho de la noche, nos encontrábamos junto al resto de la familia Taylor en la gran mesa del salón, esto incluía a Thomas y sus padres, quienes vivían en la mansión junto a la abuela.

La tía de Isaac era muy bonita, y muy parecida a su difunto hermano, aunque mucho más rubia que él, por su parte, su esposo era pelirrojo al igual que Thomas y de semblante serio.

—Y cuéntanos, Amelie...—Habló la señora Taylor, partiendo un trozo de su la carne que tenía en el plato.—¿A qué te dedicas?

—Soy editora literaria.—contesté, mientras sentía la mirada de todos sobre mí, sobre todo la de Lidia, quien no lucía para nada contenta.

—Interesante... Debes ganar mucho en tu trabajo.—La tía de Isaac intervino, mirando con cierta complicidad a su madre.

—Lo suficiente para pagar mis gastos y ahorrar un poco.

——Me alegro de que no seas de aquellas mujeres que se aprovechan del dinero ajeno.—habló la anciana. Algo en mí me decía que su comentario había sido, más que todo, una acusación.

Lidia sonrió ligeramente después de escuchar aquello y tomó un sorbo de su bebida.

—Amelie es muy independiente económicamente, jamás ha sido lo contrario.

—¿Cómo estás tam seguro, hijo? No creas que desconozco la tragedia de su familia, y es una pena que las cosas hayan sucedido así, pero no puedo evitar tener mis dudas sobre su relación, sobretodo sabiendo que tú posees una gran fortuna.

Sabía que Isaac trataría de defenderme, sin embargo, a ese punto de la conversación, yo ya me sentía ligeramente ofendida como para reunir la valentía necesaria y defenderme por mi cuenta.

—El hecho de que usted suponga que yo tengo otro tipo de intensión con su nieto, no significa que dichas suposiciones sean reales.—Respondí. No podía negar que me sentía humillada, pero no iba a dejar que aquello me afecte.—Fui muy bien educada en casa y desde muy joven me enseñaron a ser independiente en cuestión de mis gastos; mi madre siempre nos lo ha dejado claro.

Las miradas de asombro de todos los presentes eran muy notorias, sobre todo las de Lidia y Thomas, quienes parecían disfrutar de la escena.

—¡¿Cómo te atreves a hablarme así?!—La mujer lucía alterada.

Sentí la mano de Isaac en mi pierna, cómo si tratara de decirme que mantuviera la compostura.

—Mi madre es una mujer avanzada de edad, muchacha. No puedes dirigirte a ella de aquella forma ¡Qué mal educada!

En ese instante, sentí un ligero calor recorrer mi rostro. Sabía que no había sido precisamente alguien irrespetuosa, pero mi respuesta tan punzante me había dejado mal parada al frente de todos.

Solté un ligero suspiro en silencio, y observé a Isaac de reojo. Lucía apenado y un tanto sorprendido.

¿Pensaría que me había excedido? ¿O me apoyaría a pesar de mi actitud?

No lo sabía, y no iba a saberlo hasta que llegara la hora de dormir.

...

—Podemos hacerlo mejor, Ame.

—¿Mejor? ¿A qué te refieres con eso Isaac?—sabía que intentaba persuadirme para que controlara mis respuestas en una siguiente ocasión.—No pretendas que me controle cuando ella disfruta humillarme.

—Lo sé, y no la justifico; pero en serio quisiera que te esfuerces un poco más, sólo esta vez. Ellos creen que no estás a la altura, siempre creyeron eso de mi madre también, pero debemos demostrar lo contrario, que eres mucho mejor de lo que crees.

"Demostrar lo contrario" quizás ese era el error en nuestra ecuación, pues en la vida existen muchas cosas que no hacen falta demostrar; se notan a simple vista, y no era culpa nuestra que nos encontráramos rodeados de gente ciega, incapaces de notarlo.

Mi problema principal era convencer a Isaac de aquello. Yo no era ni sería jamás como su madre, yo no iba a callar cuando era necesario que hablara, y poco me importaba el hecho de tener que demostrar algo, aunque para ese punto, comprendí que a Isaac sí. 

El Capítulo de Nuestro Amor © [TERMINADA]Where stories live. Discover now