El Capítulo de Nuestro Amor © [TERMINADA]

23. Propuesta.

—No te preocupes por eso, Ame. Mañana es tu cumpleaños; la despedida de Jack puede esperar un poco.

...

—(...)El día en naciste, nacieron todas las flores...—Cantaban mi madre, Richard y Sophia a través del teléfono. Sonreí mientras me aferraba a las cobijas de la cama, esperando hasta que terminaran su canción.

—Gracias. Que hermoso canto. —dije con cierta nostalgia; mi padre solía cantarme aquella canción cada vez que cumplía años.

—Te amamos, Amelie. —respondieron al unísono.

—Yo también los amo.

—Espero que la pases muy bonito hoy. —esta vez fue Richard quién habló. —Con Rebeca y Sophia te hemos preparado un regalo, probablemente te llegue por la tarde.

—Gracias, lo esperaré. Cuídense mucho. —me despedí con una sonrisa.—Tengo que ir a preparar las cosas para la reunión de mas tarde; nos vemos en unos días, cuando la casa esté terminada.

—Está bien, amorcito—respondió mi madre con emoción. —No tomes mucho.

—Descuida, no pienso probar ni una gota de alcohol.

O terminaré desnudando a Isaac al frente de todos.

Reí en voz baja ante mi pensamiento y presté atención a la llamada.

—Bueno, está bien. Me saludas a todos, linda

—Vale, hasta luego. —respondí, y colgué la llamada.

Los preparativos para la reunión eran pocos, en realidad, yo sólo debía preocuparme por estar vestida a tiempo, ya que Isaac y Amanda se habían encargado del resto de actividades, incluidos la comida, los juegos de mesa y la elección de películas.

—¿Cómo está la cumpleañera más bonita? —preguntó Isaac cuando me acerqué a la cocina. Mi corazón se enterneció un poco al notar que intentaba preparar el desayuno, aunque los huevos lucían un poco quemados.

—Con hambre. —respondí acercándome a él para depositar un corto beso en sus labios. —¿Qué has preparado?

—Un rico desayuno inglés, con huevos revueltos, jamón y leche.

—¡Que rico! Déjame poner la mesa.

—Vale. —sonrió. —Hoy será un día excelente.

—Sí, aunque no puedo dejar de pensar en que Jack se irá la siguiente semana.

—No seas pesimista, Ame. Podremos visitarlo luego; es tu cumpleaños y como ya dije, será un día excelente. Lo declaro.

Reí ante su notorio entusiasmo y me concentré en poner la mesa. Podía jurar que se encontraba muy feliz, inclusive más de lo que yo estaba.

...

El regalo de mi familia llegó por la tarde, justo cómo habían prometido. Era una caja roja cubierta con un listón dorado. Lo abrí y me sorprendí al encontrar dentro un hermoso abrigo de lana tejido a mano, el cual venía con una pequeña tarjeta. Era una fotografía mía, de cuando aún era una niña pequeña junto a mi padre, quien me abrazaba estando de cuclillas.

Observé la chompa de mi papá en la fotografía, era identifica a la que tenía entre mis manos, sólo que unas tallas más pequeñas. Sonreí ante el hermoso regalo que había recibido, y lo guardé dentro de mi closet. Era genial, mucho mejor de lo que tenía esperado recibir.

Pensé que las sorpresas habían terminado por el día, pero jamás había estado tan equivocada en mi vida; pues al caminar a la sala, en busca de Isaac y los invitados, me sorprendí al encontrarlo sólo a él, con un lindo esmoquin oscuro y un ramo de orquídeas blancas entre las manos.

Enmudecí en cuanto me encontré con él, sorprendida por su cambio de atuendo tan notorio y lo observé en silencio con el corazón acelerado.

—Te tengo una propuesta. —habló desde su lugar mientras se arrodillaba en frente mío.

Sentí que mi corazón intensificó sus latidos en cuestión de segundos, y me permití admirar en silencio cada uno de sus movimientos. Lucía tan atractivo, con el cabello perfectamente peinado y una sonrisa muy hermosa.

Su mirada jamás me había puesto tan nerviosa y la forma en la que sacó una pequeña cajita dorada de su saco confirmó aquella sospecha que tenía y que no me había detenido a analizar:

—¿Quieres casarte conmigo? —preguntó con mirada suplicante, mientras que unas ligeras lágrimas caían por mis mejillas debido a la sorpresa.

La respuesta estaba más que clara, no había duda de eso.

—Sí quiero. —respondí entre llantos, sintiéndome la mujer más feliz del mundo en aquellos momentos.