Introducción

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—¿Como amaneció la preciosa de la casa?.—Me dice mamá con un tono tan dulce y una mirada tan tierna.

Me levanto de la cama y caminando estiro los brazos en dirección a ella, la abrazo y le digo, con la voz toda adormilada:

—¡Ay no quiero ir!. —Digo con obstinación. —Mamá ya tengo 18 años, ¿cuando será el día en que me dejes sola en casa? —Le dedico una mirada tierna. —Mamá solo quiero que sepas que no me pasara nada. —Le pellizco un cachete. —Pero respeto tu decisión. Ya me ducho para que nos vamos.

Me dirijo al baño, y me dice:

—Hija... —Su voz sale tan dulce, que si fuera en  realidad un dulce, empalagara. Pero es mi madre, y me gusta tanto su forma de ser y hablar, la amo tanto. Me volteó para mirarla y continua. —Solo quiero protegerte, no quiero que te pase nada, tampoco quiero que te  sientas sola aquí en la casa. —Me mira y se le escapa una lágrima. En realidad, se que es así, solo quiere protegerme, y que no me falte nada, siempre dándome una muy buena educación y buenos modales, y yo me siento tan culpable... si supiera todo lo que sueño, leo, y las cochinadas que me imagino, se avergonzaria tanto de mí. Finalmente me saca de mis pensamientos, diciéndome: —Se que no es fácil pero, prometo que todo se va a  solucionar, y que viviremos como antes una familia feliz y sana. —Se seca las lágrimas, y me agarra de las muñecas. —Ahora ve, anda a ducharte. —La jalo hacia mi cuerpo, dándole un fuerte  abrazo.

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—Ya van seis veces que toco el perro timbre y aún no salen, quisiera saber cuando será el dia en el que toque una sola vez y estas mujeres salgan, y hace tanto sol... entrecierro los ojos y grito en dirección donde esta estacionado el auto de mamá.  —MAAAMÁAAA, NO SALEN LLAMALAS POR TELÉFONO A VERRR. —Me agarro la garganta y me digo a mi misma en voz alta, ¿como hay gente que grita tan duro y no les arde?. En cuestión de segundos la puerta se abre, y veo a Bianca salir, respondiendo:

—Eso pasa cuando las mujeres aún no han mamado vergas. —Le dedico una mirada extraña, y le pregunto:

—¿Que?, ¿que cosa?, ¿que vergas?. —Fruncí mi ceño, y ella continua diciendo:

—Eso lo que estabas diciendo, obviamente Britney te arde la garganta porque aún no te has mamado ninguna verga. —Dice de una manera tan picarona. —El día en que la pruebes, te encantará, y no vas a sentir ningún ardo al gritar, más bien al contrarío. Pero bueno ese no es el caso. Mira, —Me dice —Allá, tu mamá me está saludando, pero también se despide tuyo, ¡wow!, ¡increíble!. Ven, vamos, mi mamá te esta esperando.

Entro subiendo las escaleras en dirección a la recámara de la señora vergota, (la mamá de Bianca), así le decimos Bianca y yo, desde aquel día que contaba que se comió una verga tan grande, que casi la dejaba inválida.

Cuando por fin llego, me quedo anonadada, abrí tanto los ojos que senti como si se me fueran a salir, entro y la señora vergota me mira mostrándome todo lo que a comprado.

—Mira todo lo que compré mi virgencita —Ruedo los ojos y me apresuro a decir con hastío.

—No me diga así, tengo nombre Señora vergota. —Se echa a reír y continúa.

—A ver virgencita pervertida, yo también tengo nombre, y no ando reclamandote nada, cuando me dices "señora vergota".

Me quedo viéndola con la mirada cansada, siempre es el mismo tema y en verdad por eso no vale la pena discutir, así que me acerco a la cama para agarrar un coso de esos, es lo que más me llamó tanto la atención, ¡joderr!, son juguetes, y lo que acabo de agarrar es un vibrador.

En silencio analizando el vibrador de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba. Entra Bianca agarrandome del brazo para llevarme a su habitación. 

Llegamos y me señala para que me siente en su cama. —Siéntate aquí ven, porque si te quedas allá con mamá te vas a imaginar miles de cosas y formarás una laguna de tanto que te mojaras, luego me imnundas la casa, y en realidad por ahora no quiero morir ahogada. Por lo menos no de esa manera, si muero ahoga que sea con una verga en la boca.

Me siento en la cama y giro los ojos amarrandome el cabello, reprochando:

—¿Será que algún día vas a decir una maldita oración sin meter la palabra "VERGA" en ella? —Bufo, rodando los ojos.

Maldición es que a veces me da tanta rabia, porque yo me la mantengo pensando en vergas, y ella que no me ayuda a olvidarla, me frustra tanto.

Veo a Bianca reír, por el simple hecho de que sabe que me frustra oírla hablar de un tema en lo cual yo no tengo tengo experiencia.

Se acuesta en su cama y me invita para que me acueste junto a ella, lo hago, y nos quedamos mirándonos las dos fijamente, hasta que por fin, ella decide tomar la iniciativa de hablar.

—Vamos Britney, dime cualquier cosa, duda, lo que sea, pero no te quedes callada. —Esa mirada que me da es tan compresiva. A pesar de todo, ella es la que siempre trata de no hacerme sentir mal con mi enfermedad, al igual que yo con ella, porque al fin y al cabo estamos destruidas a nuestras maneras. Me saca de mis pensamientos, añadiendo:  —Andale has cualquier pregunta, cual sea. —Me quedo pensando, y le pregunto directamente:

—¿A qué sabe?.

—¿Que cosa? —Pregunta extrañada, y le digo sin pensarlo.

—¿El semen, a que sabe?. —Me mira, sonriendo.

—Mira virgencita picarona, se a que viene esa pregunta y te la responderé, lo primero que debes de saber es que: Normalmente tiene un sabor salado. También  todo depende de lo que consuman las personas...

Sigue hablando, pero no le presto atención y me voy a mis pensamientos. Me fui al recuerdo de que en unas de mis tantas ansiedades, solo comía yogurt. Duré comiendo eso por una semana. Cuando me iba a dar mi ducha, y me quitaba la ropa interior...

—Eeeyyy, hooolaaa —Doy un brinco levantandome de la cama al sentir aquel pellizcon, le tiro justamente una almohada que tenía brazada.

—Maldita perra, ¿qué te pasa?, eso dolió —Me quejo mirándome el morado que me ha dejado, suelta una carcajada que creo que se escuchó de aquí a Japón. —Eso no dio risa, sucia —Digo girando los ojos y me encamino hacia la puerta para salir. Maldita sea, siempre es lo mismo con Bianca, siempre ha tenido unos juegos tan pesados que termino cabreada. Lo que más rabia me da es que aún se sigue riendo, maldita perra, no le veo la gracia, ahora tengo que pensar que le diré a mi mamá del maldito moretón este.

Bajo las escaleras y me encuentro a la señora señora vergorta y a mi mamá platicando. Ha llegado más temprano de lo que pensé. Me acerco, y me siento con ellas, sin decir ni una sola palabra. Están hablando sobre los nuevos accesorios que están de moda. Y eso a mi ni me interesa, simplemente me da igual. Pasa como media hora, hasta que por fin escucho a mi mamá despedirse de la señora vergota, y de Bianca que viene bajando. Me despido de la señora vergota con un abrazo, y hago lo mismo con Bianca agregandole un pellizcon en la espalda. Al fin me la desquite, y aunque sé, que esa se la va a desquitar mañana en la universidad, no me importa. Me dirijo a la salida, y entrelazo mi brazo con el de mi mamá. Salimos y nos montamos en el auto.

—Hija, ya es hora, por mucho que no lo quiera, tendrás que quedarte en casa sola por un mes.

—¿Como?

—Son cosas de trabajo, hija.

¡Que felicidad!

—Entiendo mamá, —Bajo mi cabeza para ocultar la emoción —tranquila, ¿cuándo te irás?.

—Hoy mismo, en la tarde.

—Ok, esta bien mami.

Y ahí sentí mil sensaciones en mi cuerpo.

Si.

Noche de amigos.

Sensaciones Placenteras Where stories live. Discover now