—Mi marido... — aún sin creer.

Rompería el corazón de Luciano cuando le dijera la verdad, sin duda causaría un gran conflicto entre los hombres a causa de ella.

Pero, tal vez, podía jugar un poco.

María llegó a pensar que molestar un poco a Esteban no sería mala idea, esta vez comprobará qué tan auténtico será el amor que profesa Esteban sobre ella. El lado malo, es que usaría en parte a Luciano en su plan y no le gustaba aquello, corría el riesgo de dañar sentimental a Luciano usándolo.

Quería provocarle celos a Esteban, hacerle ver que ella valía mucho y que podía estar con otro hombre que estuviera dispuesto a darle amor y confianza si el no era capaz de darlo.

—Comprobaré, San Román, comprobaré qué tan cierto son tus... —sonrió — palabras, si eres capaz de ser auténtico en el amor hacia mí o si solo es tu orgullo de hombre el que habla.

Abajo, Esteban se despidió de Amelia y Luis.

Amelia lo veía divertida, había atrapado a su hija con Esteban y por sentido común se dió cuenta de lo que había pasado.

Pero Luis no entendía nada.

—Tranquilo Luis, solo vinieron a hablar cosas de ellos.

—Así es, Amelia...nada de que preocuparse — sonrió sin más.

Afuera, cuando estaba a punto de subirse al coche, Amelia lo detuvo.

—Esteban... — buscando las palabras correctas suspiró — por favor, no lastimes de nuevo a mi hija con la desconfianza, mi hija merece a un hombre que la ame y la cuide y sobre todo que la proteja.

—No te preocupes, suegra —sonrió empático — ese hombre seré yo, no volveré a cometer el mismo error, de eso puedes estar tranquila.

—Confío en ti, hijo.

Esteban tomó una mano de Amelia y la besó. —Gracias, suegra —guiñó el ojo.

Amelia rió.

Ella volvió a entrar y con emoción fue a la habitación de su hija.

Abrió la puerta emocionada.

—¡Hija!

María se levantó. —Lo siento, mamá... fue improvisto la llegada de él a la casa.

—No importa, mi amor... ¿Estás considerando volver con él?

María negó mientras jugaba con sus manos. —No, mamá... ¿como crees? Después de todo lo que hizo es muy difícil que vuelva con él, además me cuesta confiar en él... en las personas.

—Comprendo, mi vida... pero creo que el quiere recuperarte, esa luz que no tenía en los ojos ha vuelto después de tantos años, solo tu eres capaz de traerle felicidad a ese hombre.

—Mamá, no me digas esas cosas... estoy confundida, yo solo quiero a mis hijos, eso es todo... tengo planes con ellos, quiero crear recuerdos, ayudarlos a sanar el tiempo que estuve ausente.

—Todo saldrá bien, mi vida.

María asintió. —Mamá, ya me llamaron mamá, les salió decirlo de improvisto... fue lo más lindo que me ha pasado, son unos niños tan lindos e inocentes... ¿Sabes que dijeron? —miró a Amelia intrigada —¡que quieren ser como yo, mamá! Les gustó la cafetería, lo que se hace ahí y cuando nos despedimos me pidieron que fuera recurrente en verlos y por supuesto que lo haré, nada me apartará de mis hijos.

Amelia abrazó a María. —Estoy tan feliz de verte alegre, hija...después de tanto tiempo.

—Lo estoy, mamá... poco a poco la tristeza se me va.

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