Nesa suspiró, casi negando con su cabeza, era triste verlos actuar así.

Rhaegar tragó saliva antes de poder decir algo.

─¿Cómo te sientes, Mae? ─le preguntó─. Hoy preguntaban por tú presencia. Nos has dejado a solas en el desayuno.

─No estaba de ánimos ─musitó─, y padre dijo que no estaba obligada a asistir. Así que, preferí pasar tiempo junto a Viserys y ver el entrenamiento de mis guerreros.

─Todos están en buena forma ─musitó él, para luego carraspear levemente─, pero esta mañana habría sido agradable verte, era el ensayo de mi boda.

─Lo sé, por esa razón no asistí ─musitó sin más. Rhaegar se sorprendió de la manera directa en que lo soltó.

─Mhm ─murmuró él, sin saber qué responder.

El silencio los volvió a rodear, incómodo y tenso, Viserys parecía no notar cuán incómodos ambos mayores se sentían con la presencia del otro. Maegelle jugó con sus dedos de manera ansiosa, quería levantarse de la silla e irse, pero tampoco sentía la valentía suficiente para hacerlo. Sin embargo, al ver que Rhaegar no tenía intenciones de irse, decidió hacer lo más evidente, y se puso de pie; realmente necesitaba correr de allí.

─Viserys, quédate con Rhaegar; me ausentaré por el resto de la tarde.

Viserys asintió con su cabeza.

─Nos quedaremos aquí, Mae.

Ella se puso de pie, y Rhaegar hizo lo mismo.

─¿No tengo voz?

─No.

Y sin más, se alejó de ambos. Los caballeros que antes entrenaban e ignoraban todo a su paso, se detuvieron de inmediato para hacer sonar sus espadas contra sus escudos y realizar una reverencia mientras Maegelle pasaba por delante de ellos.

Rhaegar la observó partir y suspiró, pasando su mirada hacia Viserys, quién sonrió levemente.

─No deberías haber escogido a una loba por encima de a un dragón, hermano.

Y el príncipe de plata no pudo evitar reír apenado, revolvió los cabellos de su hermano menor a sabiendas de que él tenía razón, pero jamás podría admitir algo semejante en voz alta.

─¿Quieres hablarme sobre las personas a las que estamos viendo? ─preguntó, ubicándose junto a él. Viserys asintió de inmediato.

─Sí, ellas son Inereya y Nesa...

Maegelle caminó por el jardín de flores de su madre, observando cada una de las extrañas rosas mientras se deleitaba con la combinación de aromas que se entrelazan y creaban un olor fuerte, pero amable con su nariz.

Se mantuvo allí por algunos minutos, intentaba mantener su mente en blanco, desde que se le dijo que sería heredera, todos cambiaron el modo en que la trataban; nadie murmuraba absolutamente nada si ella andaba cerca, se ponían rectos como las paredes y bajaban sus cabezas de inmediato.

Se situó en la banca mientras observaba la rosa azulada que había tomado del gran mural de flores, sin ningún sonido externo que altere su armonioso momento, pero parecía haber disfrutado bastante de su tiempo en soledad, pronto, alguien se sentó junto a ella y de no haber sido por el aroma salvaje del vino y sal, no lo habría reconocido rápidamente.

─¿Qué haces aquí a solas? ─le preguntó la voz ronca de Robert Baratheon. Ella no dijo nada al principio─. No estabas presente en el ensayo de boda.

─¿Y tú sí? ─le preguntó, con sus cejas alzadas.

─Mhm, no tuve más opción que asistir ─musitó él─, nadie estaba contento con estar ahí. Vuestro padre ni siquiera se presentó.

call of silence.       robert's rebellionWhere stories live. Discover now