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Lo admito, no sabía que hacer.

Lo admito, no sabía que hacer

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Otro día más en Berk.

Los pájaros cantaban anunciando el día.

Mientras que Missa abría los ojos con tranquilidad y pesadez, la luz que traspasaba las ventanas iluminaban levemente su habitación.

Esta estaba llena de variedades. Algunos dibujos que solía hacer en su tiempo libre, una que otra partitura, por qué si, además de ser parte herrero y futuro líder, también era músico.

Otra razón más para llamarlo el vikingo menos vikingo.

También tenía algunas anotaciones sobre cosas importantes, agregando una guitarra (que el mismo había hecho) y algunas armas sin terminar.

Claro, hacía falta mencionar que todo estaba regado por el suelo y paredes de la habitación, haciéndola ver un completo desastre.

Se removió entre las cobijas en busca de más calor, el clima del pueblo no era el más cálido, las temperaturas a lo máximo llegaban a los quince grados en temporada de verano mientras que en invierno... Si corrían suerte solo llegaban a un poco más de los menos diez grados.

Y no es que se quejara, el frío siempre iba a ser mejor que el calor.

Volviendo a su mañana, había logrado volver a conciliar el sueño del otro lado de la cama, al parecer había encontrado la posición correcta para seguir soñando con lindas y esponjosas ovejas o así fue hasta que la puerta fue abierta con brusquedad causando un gran sonido.

Rehusandose a levantarse por eso, enterró el rostro en la almohada en busca de seguir descansando.

Los pasos con fuerza sobre la madera no se hicieron esperar, cada vez sonaban más fuerte y eso lo indicaba su cercanía para detenerse por unos segundos los cuales Missa pensó que eran su salvación, al contrario de esto, la gran ventana fue abierta provocando que la luz del sol le diera directo en la cara.

"Ahg" se quejó mientras cubría su rostro con una manta.

"No señor, ya es hora de levantarse" la poderosa voz de su padre hizo aparición. Era amable pero también demandante.

Missa conocía muy bien a su padre por lo que, en busca de algo de comprensión por su cansancio, solo dijo algo con voz adormecida:

"Cinco minutos más, por favor" la cama se sentía más cómoda de normal a esa hora.

Al parecer su comentario removió algo dentro del corazón de padre pero no para beneficio.

"Por las barbas de Odin, ¡ya levántate!" Exigió está vez.

Quería mucho a su hijo pero era una espina que siempre había tenido, trataba de orientarlo en todo lo que fuera posible pero parecía que Missael no cooperaba.

Domador - Misspreen -Où les histoires vivent. Découvrez maintenant