Capítulo 3: Ciempiés, el mejor bar

Začít od začátku
                                    

Mire el reloj que tenía en mi mesita al lado del dormitorio y vi que con la tontería de maquillarme, cantar, hablar sola y hacer el idiota, 30 minutos habían pasado y quedaban tan solo 10 minutos para arreglarme. Rápidamente, me dirigí al armario y me puse un atuendo sencillo, pero bonito, era una larga falda negra, con una chaqueta hecha de lana. Fui al baño para acabar de acomodarme el cabello, me puse una colonia y por último agarré dinero y las llaves, y me puse los zapatos. Salí rápido de casa pensando que quizás llegaba tarde, abrí la puerta, la cerré con llave y sin mirar hacia delante comencé a caminar chocando así con Jenna.

–¿Estás bien? –Preguntó recogiendo las llaves del suelo–.

–Sí, gracias. Pero... ¿no habíamos quedado en el centro?

–Cierto, pero salí antes y vine directamente hacia tu casa.

–¿Entonces Cameron...?

–No te preocupes, siempre va tarde, si eso pasamos por su casa y le picamos.

Asentí sonriéndole arrancando a caminar.

–Sabes, mi hermano sigue diciendo que no estudie en La Gran Muralla. –Le dije para sacar algún tema de conversación–.

–Bueno, simplemente no lo escuches, haz lo que te guste, y ya. ¿No?

–Sí, pero siento que lo dice por algo, no sé. Hay algo que no me quiere contar...

Jenna se encogió de hombros y volvió a repetirme que hiciera lo que me gustara. Ahora que me percato, Jenna llevaba un atuendo muy bonito, pocas veces la veía así vestida.

–¿Qué tanto miras? –Preguntó riendo al ver que la observaba mucho–.

–No, nada... Solamente pensaba que te quedaba bien, lo que llevas puesto. –Dije colocándome el pelo detrás de la oreja–.

–¿Tú crees? –Preguntó entusiasmada–.

–Sí.

Llevaba una falda corta de cuadros negros y grises, y en la parte de arriba, un jersey de cuello alto, blanco, todo eso acompañado de un pequeño bolso negro, unos pendientes que yo le regalé y un collar de serpiente plateado que me sonaba haber visto, pero no recordaba donde ni cuando.

Llegamos a la enorme casa de Cameron y picamos a la puerta. Pasado un tiempo él mismo nos abrió.

–¡Janice, Jenna! –Exclamó alegre al vernos – Cojo el dinero y ya nos vamos.

Esperamos aproximadamente tres minutos y al fin salió.

–¿Qué te tomó tanto tiempo? –Preguntó Jenna curiosa–.

–Agarre el dinero, me peiné un poco e incluso me puse colonia. Eso es lo que me tomó tanto tiempo.

–Y bien, ¿qué tal con Derek? –Le pregunté al comenzar a caminar–.

–Igual que en la mañana. Hablamos y somos amigos, pero ya me lo puedo estar sacando de la cabeza.

–Tampoco digas eso, Derek es muy majo, si te declaras no tiene pinta de ser alguien que te denuncie a la orden. –Agregó Jenna–.

–Ya, pero tampoco me voy a declarar. No sé qué haré... –Dijo suspirando– Pero ya no más Derek porque hoy hemos quedado nosotras.

–Bien dicho.

Poco después llegamos al Ciempiés, era un bar cercano. Abrimos la puerta y entramos, allí estaba Roger que nos acogió con un cálido abrazo y los cuatro fuimos al sótano. Mientras bajábamos las escaleras nos dijo que hoy iba un grupo bastante conocido que se llamaba King o algo así. Yo nunca lo había escuchado, pero Jenna parecía saber quien eran y al decir su nombre se puso muy feliz.

Tropas de Flor de LisKde žijí příběhy. Začni objevovat