Capítulo 1.2

20.8K 1.9K 1.6K
                                    

01.2 | Kobo

—Espero una buena crítica.

Me sobresalto, intentando ubicar la voz que me ha sacado de esa playa. Siento como si me acabara de despertar de un sueño de golpe.

¿Cuánto llevo leyendo?

Carraspeo, hago lo posible por disimular que me había quedado completamente empanado. «Empanado y empalmado», pienso.

La chica que me ha interrumpido me quita el libro de las manos con agilidad y me dedica una sonrisa.

—¿Por dónde vas? Vaya, ya veo por qué estabas tan concentrado. Un poco de sexo en la playa siempre está bien, ¿no?

—No es lo más cómodo —contesto cortado.

Me fijo en ella. Es morena, bajita, con la piel tostada por el sol y una sonrisa brillante adornada por unos labios gruesos. Tiene la cara más bien redonda y una nariz diminuta sembrada de pequeñas pecas. Es de esa clase de chicas que tienen una belleza natural diferente, que te dejan pensando en el color de sus ojos o en el tono de su pelo mucho después de que se hayan ido.

«Mierda, Kobo. Céntrate, macho».

Ella me sigue mirando con una sonrisa ladeada, quizá pensando que soy imbécil, cuando entran en la sala una chica muy elegante, que parece recién salida de un episodio de las Kardashian, y un señor de mediana edad con cara de ser Carlos Pérez.

—Ah, estás aquí, pensábamos que seguías en el baño.

—Perdón, es que le he visto ojeando el libro y no me he podido resistir.

Los recién llegados se acercan a mí y me estrechan la mano.

—Carlos.

—Rebeca, agente de Eva.

—Y yo soy la famosa Eva. Encantada de conocerte —sonríe esta.

Tanto la escritora como su agente son bastante jóvenes. Cuando Tommy me dijo en qué consistiría el trabajo, ya me dejó entrever que iba a ser joven, pero lo último que pensé fue que tuviera mi edad, incluso menos. Rebeca parece un poco mayor, pero no demasiado.

—Eres Jacobo, ¿verdad?

En ese momento veo que Eva me mira y hace una mueca entre vacilona y cómplice. Sí, soy Jacobo, pero nadie me llama así. Era el nombre de mi abuelo y, aunque no le conocí, a mi madre le hacía ilusión ponérmelo. Como si al compartirlo con él se me fuese a pegar algo bueno. La realidad es que lo único que me trajo fueron cachondeos cuando era crío, aunque ahora me da bastante igual.

—Kobo, por favor.

—Claro. Sentaos donde queráis, poneos cómodos —dice Carlos a la vez que se coloca presidiendo la mesa.

Las chicas se sientan juntas y yo enfrente, dejando la chupa y el casco a mi lado.

—¿Queréis tomar algo?

—Ay, pues... ¿Kombucha tienes? O si no, una agüita con gas —responde Eva.

Empezamos bien. Kombucha dice, como si estuviéramos en Malasaña.

—Yo nada, gracias.

—Yo un agua, porfa. Gracias, Carlos —pide la agente.

El hombre va a buscar las bebidas, seguramente arrepintiéndose de haber preguntado, aunque por suerte Rebeca es más fácil.

Los tres nos quedamos solos. Me miran. Nos miramos. La representante rompe el hielo.

—¿Qué tal, Kobo?

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 05, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Tan cerca de tiWhere stories live. Discover now