Capitulo 1

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–¡Caballero de Atena!– Annabeth miraba a Dionisio mientras esas palabras resonaban en su mente, sin embargo no pudo pensar en eso por mucho tiempo.

–Eh venido por orden de mi señora Atena, así que si, dios del vino, si tengo una razón de estar aquí– Adonis informo se forma sería, su voz era melodiosa, serena pero firme, sueva pero gruesa.

–¡Atena no tiene poder ni potestad aquí, así que largo!– Ordenó Dionisio mientras invocaba vides, aunque no lo admitiera, no le gustaba que otros dioses se metieran en su campamento.

–Mientras tenga órdenes de mi Lady Atena, me temo que no me puedo ir, Lord Dionisio– Adonis indicó plantandose firme frente al dios.

–Se me agota la paciencia chico, será mejor que te largues, no quieres enfrentarte a un dios– Amenazó Dionisio, sin embargo, Adonis no sé mostró afectado por esta amenaza, en cambio solo soltó una ligera risita mientras miraba directamente a las vides de Dionisio, haciendo que el dios las mirara, notando cómo rosas empezaban a brotar de estás, cómo su fueran parásitos entre más color adquirían las rosas las vides poco a poco morían.

–No he venido a pelear, pero si debo hacerlo para cumplir mi misión que así sea– Adonis comentó mientras se guardaba la rosa roja que llevaba en la mano y tomaba una rosa azul. Está acción fue tomada como amenaza por los campistas, siendo la primera en tomar acción una chica de complexión robusta y con cabello castaño claro, la cual portaba una lanza con la cual arremetió contra Adonis.

–¡Señorita La Rue, alto!– Advirtió Quirón quien se había mantenido al margen de la situación, sin embargo, Clarisse no le prestó atención.

Clarisse atacó a Adonis usando su lanza, lanzando una estocada con dirección a su pecho, solo para ser desviada por Adonis sin mucha dificultad, inmediatamente Clarisse recobro su balance y su lanza de forma rápida, aunque un poco rígida. Volvió a lanzar una estocada, está vez apuntando al único punto débil visible de la armadura, los ojos, lo que no espero fue que su lanza fuera detenida por la rosa azul, esto causo una gran impresión en los otros semidioses que no sabían cómo actuar.

–Huh, supongo que en tu caso, la apariencia dice todo, brusca, fiera, arrogante, sin gracia ni elegancia– Comentó Adonis mientras usaba la rosa para detener la lanza de Clarisse entre sus pétalos. Ese insulto a su carácter, y sorprendentemente a su físico, solo enojó más a Clarisse, la cual hizo más fuerza tratando de cortar esa rosa –Supongo que el salvajismo también es algo genético, no te preocupes, te sacaré de tu miseria– Usando su mano libre Adonis invoco una rosa negra.

–¡Caballero de piscis, detente por favor!– Intervino Quirón llamando la atención de Adonis, esto hizo que se olvidará de Clarisse y su lanza por un segundo, dejando que está alcanzará a realizar su estocada, sin embargo su trayectoria había sido alterada por la rosa azul, haciendo que únicamente pasará raspando el lateral del casco de Adonis, cortando unos cuantos cabellos del chico.

–Quirón– Había un cierto recelo en la voz de Adonis.

–Señor D, preferiría arreglar este asunto de forma diplomática, usted y yo sabemos de lo que son capaces los caballeros dorados cuando pelean en serio– Quirón se veía bastante incómodo y a la defensiva, algo raro en el –Yo, Quirón, le doy acceso al campamento al caballero dorado de Piscis– Un pulso de luz dorada se propagó por toda la barrera –Vamos, tenemos que hablar– Quirón comenzó a caminar hacia el campamento, antes de comenzar a caminar, Adonis le lanzó una mirada despectiva a Clarisse, indicándole que se moviera, cosa que de mala gana hizo, sin embargo, aún se veía a la defensiva, aclarando que no confiaba en el Adonis.

Los que normalmente era un tramo que tomaba no más de cinco minutos se volvió una caminata tortuosa de más de diez, cada paso que Adonis daba era vigilado con extrema cautela por los campistas que lo rodeaban, armas listas en caso de querer dañar a alguno de sus compañeros o maestros, Quirón lideraba el grupo, sin embargo, a diferencia de su forma habitual de ser, Quirón actuaba de forma sería, parecía preocupado y frustrado, no le dirija la palabra a nadie y no apartaba la vista de su objetivo, la Casa Grande. En la retaguardia del grupo se ubicaba Dionisio, quien miraba de forma desconfiada al caballero, no iba a arriesgar la integridad de sus campistas por nada. Una vez alcanzaron su destino Quirón se paró a un lado de las escaleras, indicación para Adonis de que subiera al pórtico para acceder a la casa, entraron únicamente Adonis, Quiero y Dionisio, o eso creían. Dentro de la casa se sentaron al rededor de la mesa de Ping Pong, Quirón estando en una de las puntas de la mesa y Adonis y Dionisio a cada lado.

–¿Que haces aquí caballero de piscis?– Interrogó Dionisio con claro desagrado –¿Que misión te ha encomendado mi hermana?– Aún a pesar de ser Dionisio el que hablaba, Adonis no apartaba la mirada de Quirón.

–Supongo que están enterados de los recientes sucesos que sacudieron el Olimpo– Comentó Adonis recibiendo una afirmación se parte de los otros dos –Mi Lady Atena sabe que, por acción lógica, enviaran a alguno o algunos de sus campistas a recuperar lo robado, y me ha enviado para segura que se cumpla la misión–

–¿Eso que quiere decir?– Quirón por primera vez rompía su máscara seria, tomándolo como un insultó al insinuar que no entrenaba buenos héroes.

–Mira chico, Atena no tiene ningún poder aquí, así que largo– Ordenó Dionisio de forma agresiva –Meléti adelfí–*

Un fuerte golpe golpe se escuchó en el interior de la casa, Luke, Percy y Clarisse fueron los primeros en actuar, rápidamente cruzaron las escaleras y el portico, entrando a la casa grande sin tener consideración por la puerta. Cuando entraron se encontraron con una escena peculiar, la mesa de Ping Pong reducida a escombros y astillas esparcidas por la habitación, los ojos de Adonis brillando de forma intensa, siendo complementados por el brillo que desprendían los detalles rosas y  dorados de su armadura, su brazo izquierdo extendido, su puño a centímetros de la cara de Dionisio, sin embargo el golpe no había alcanzado a conectar debido a Quiron, quien había interceptado el antebrazo de Adonis, agarrándolo con su mano, sus ojos brillando en dorado.

–Nunca, le faltas el respeto a Atena, no importa que seas un dios, te asesinare si lo haces– Más que una advertencia era una promesa, la voz de Adonis ya no era tranquila ni elegante, era profunda y amenazante, después relajo su brazo, haciendo que Quiero lo soltará. Giro su cabeza para mirar a un aparente espacio vacío de la sala –Lamento que haya tenido que haber visto eso, señorita hija de Atena– Del espacio vacío se materializó Annabeth, sosteniendo su gorra de béisbol en sus manos con una mirada apenada. Finalmente Adonis miro a Quiron –Es bueno ver qué no has perdido tu agilidad ni fuerza, sabes, tu armadura está en tu casa esperándote, caballero de Sagitario–

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*: Estúpida hermana

¿Que tal el capítulo? Espero que les haya gustado. Para que no haya confusiones, la armadura de Adonis brillaba como lo hacen las armaduras de "La leyenda del Santuario", si no la han visto se as recomiendo.

Sin más, bye bye.

Un Santo entre Semidioses Where stories live. Discover now