12. El insoportable y el pedante.

Start from the beginning
                                    

—¿Qué pasa? —me preguntó desconcertado y añadió al verme enfocar de nuevo la vista en el camino— ¿Tú desayunas verdad?

—Prefiero limitarme a comer dos veces al día. —respondí un tanto incomodo, aclarando mi garganta.

—¡¿Qué?! ¿¡Tú no desayunas!? —exclamó en voz alta, haciendo que todas las personas a nuestro alrededor nos miraran.

—Grítalo más fuerte, creo que el de la esquina no te escucho —dije un poco molesto, señalando la esquina.

—¿No te da hambre? —me ignora por completo y sigue insistiendo— Ahora que lo pienso, tal vez por eso es que estas tan delgado...

Ganas de callarlo no me faltaban, pero estaba siendo considerado, pues no quería molestar a las personas que pasaban.

—Claro que me da hambre, pero no todos nos podemos dar el lujo de comer tres veces al día.

—Ya veo, lo siento, no sabía que eras un tacaño... —mencionó en voz baja.

Nadie en 25 años me había llamado tacaño...

—No soy tacaño, solo administro mis gastos de la mejor forma. —expliqué con la vista fija en el camino.

—No tienes que explicarte, entiendo que no quieres gastar dinero. —dijo soltando un suspiro.

Creo que Levi no me entendió, no se trata de que no quiera gastar dinero para comer, como si hubiera algo más importante, es que literalmente no puedo permitírmelo teniendo un apartamento que pago mensualmente y como no sé cocinar, mis gastos en ir a restaurantes son mayores.

No quisiera pedirles dinero a mis padres, pues ellos ya me han ayudado bastante, sin ellos no creo poder tener la casa que tengo y puede que ser corrector de textos en línea no sea el mejor trabajo, pero al menos gracias a eso puedo pagar mis necesidades básicas.

Deseaba explicarle todo esto, pero creo que solo gastaría saliva y energía en alguien que claramente ya se ha hecho una idea sólida sobre mí.

—No es eso... —susurré en voz baja, resignándome a ignorarlo.

—¿Qué pasó? —preguntó mirándome con atención, al parecer tiene un oído demasiado afinado.

—Nada, mira ya llegamos —respondí desviando su pregunta, apresurando mi paso.

Entonces entramos a la facultad, habíamos llegado una media hora antes, así que entramos tranquilamente al aula, era un auditorio con varias gradas de forma semi circular. Me senté en una de las primeras filas para poder escuchar y ver con mayor claridad.

Comencé a sacar mis cosas para acomodarlas, pero mi tranquilidad fue interrumpida. La verdad pensé que una vez que llegáramos a la universidad me dejaría en paz.

Que tonto fui.

—¿Por qué te sientas tan adelante? —Levi se acercó, sentándose a mi lado.

—Para ver y escuchar. —respondí sin prestarle mucha atención, tal vez así capte la indirecta.

—Deberías sentarte más arriba, ahí el profe no te presta mucha atención y hasta puedes comer sin que se dé cuenta.

—Justo lo que no quiero —entonces saqué mi laptop de mi bolso, la prendí y metí el USB con nuestro proyecto solo para revisar que todo estuviera en orden.

—Eres demasiado rígido, te vendría bien relajarte —comentó recargándose en el respaldo de la silla.

—A ti te vendría bien sentarte en otro lado y dejar de ser tan preguntón.

—¿Si sabes que solo somos tú y yo en toda esta sala? —cuestionó en voz alta estirando sus brazos.

—¿Si sabes que no me importa un pepino? —le respondí con la misma pregunta de forma burlona.

—Está bien, ya entendí que no me quieres aquí. Me voy.

Me alivie cuando vi a Levi abandonar su asiento, para sentarse en otro lado. Al parecer entendió mi indirecta porque no volvió a dirigirme la palabra, después de un rato llegaron todos, incluido el profesor.

Pidió que todos entregaran la tarea que había asignado por correo, varios estaban apresurados enviándolo, pero yo me precaví enviándola antes. También nos comentó que la clasificación del proyecto nos la daría al día siguiente.

La clase estuvo bien, tome apuntes y tuve algunas dudas, así que decidí preguntarle después al profesor. Una vez que culmino, me acerque a él, hablamos por un tiempo hasta que ambos nos quedamos a solas en el auditorio.

Como ya era tarde y tenía bastante hambre, le di las gracias y me dispuse a irme, pero una voz conocida e insoportable me detuvo cruzando la puerta del aula, invitándome una comida en el restaurante de mi preferencia.

Por el susto y el hambre, acepte sin pensarlo mucho, es decir, él por su propia voluntad quiere pagarme una comida, ¿Quién soy yo para rechazarlo?

Por el susto y el hambre, acepte sin pensarlo mucho, es decir, él por su propia voluntad quiere pagarme una comida, ¿Quién soy yo para rechazarlo?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 11, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Dulce y amarga espera © (DYAE) // Clichés musicalesWhere stories live. Discover now