La Intensidad Bolleril

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Luisita la miro ofendida. - Oye que te estoy hablando en serio, solo porque tu seas incapaz de sentir algo remotamente parecido no significa que los demás seamos incapaces también. - Y aquella puya la hizo retroceder, Luisita notó el cambio en sus ojos. - Joder, perdóname no quiero ser grosera, pero con qué derecho vienes tú a desvalorizar mis sentimientos. -

-No es lo que estoy haciendo Luisita. -

-Es lo que has dicho. -

-No, no lo es. - Refutó de nuevo, un poco si lo era, pero no lo admitiría. - Lo que estoy es preocupada. - Esta vez fue el turno de la rubia de poner los ojos en blanco. - Estamos hablando de alguien que apenas conoces, estamos hablando de casarte legalmente, de unirte a esa persona y peor aún, mudarte ni siquiera a otra ciudad, sino a otro país con esa persona... ¿Entiendes la pedazo de locura que es? -

-Es que yo no lo veo así, Amelia. - Rebatió la rubia. - Para mi es que es tan simple como que no quiero esperar, ¿esperar a qué? -

-Esperar a ver si resulta ser una asesina serial, por ejemplo. -

Luisita no pudo evitar reírse. - No es el fin del mundo, ni tan absurdo Amelia. Estoy enamorada, punto. -

Amelia al escucharla decir aquello de nuevo agachó la cabeza tragando grueso. - ¿En serio estás dispuesta a dejar todo por esta persona? Tu familia, tus amigos, tu trabajo... -

-Puedo trabajar en cualquier parte, flor y lo sabes. - Sonrió como respuesta obvia.

-Claro... - Amelia sintió lentamente. - Y así mismo puedes conseguir nuevos amigos, claro. -

-Vale, ahora si que estás exagerando, eso no fue para nada a lo que me refería y lo sabes bien. - Negó con la cabeza. - Seguiremos siendo amigas, hablaremos todo el rato y vendré a visitarte y tú harás lo mismo. La gente hace esto todo el tiempo, Amelia y no es la gran cosa. - Se acercó nuevamente agarrando las manos de su mejor amiga. - Nada va a cambiar entre nosotras, te lo prometo. -

-Va a cambiar todo, rubia, no sé como no te das cuenta. - Agachó la cabeza de nuevo.

-Amelia, yo le quiero. - Sus palabras hicieron que la mirara a los ojos de nuevo. - Esto que siento no lo he sentido antes, es diferente esta vez, yo en serio le quiero y no veo razón para esperar cuando ella quiere lo mismo que yo. - Se encogió de hombros. - Sabes lo raro que es, encontrar a una persona que comparta tu misma idea de vida, que quiera lo mismo que tú y que además te ponga como prioridad. Ella es todo eso para mí. -

Los ojos de Amelia se encharcaron, sintiendo un nudo en la garganta crecer. - Ya... es que Luisita... -

-¿Tu crees que hay una razón para que deba esperar? Dímelo, aquí y ahora ¿Acaso hay algo que no estoy viendo? - Preguntó preocupada cuando los ojos de su amiga se cristalizaron.

Amelia casi sentía que en cualquier momento se quedaría sin respirar, tenía las palabras en la punta de la lengua y aún así no encontraba la valentía suficiente para decirlas, podía sentir su corazón ir desbocado y su piel erizarse con la anticipación y aquellos ojos marrones no se lo ponían nada fácil, deseaba tanto poder gritar lo que llevaba dentro y decírselo a la cara, que le escuchara el llanto silencioso de un sentimiento que le consumía por dentro mientras la tenía que escuchar hablar de amor hacia alguien que no era ella.

Deseaba tanto por fin decirlo...

-¿Amelia? -

La escuchó llamarla y parpadeó rápidamente dejando escapar el aire de sus pulmones, sus hombros cayeron. - Nada, lo de lesbiana primeriza lo llevas bien al extremo, cariño. - Sonrió a duras penas guiñándole el ojo haciendo que Luisita se riera sonoramente.






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