El Pilar de un Imperio (muestra)

II - Megápolis

—¡Quiero esas copas reluciendo, ya! —gritó un hombre de cabello corto y canoso, al que comenzaban a aparecerle sus primeras arrugas. Su rostro reflejaba antipatía y seriedad, e iba elegantemente vestido.

—Ya llegó este imbécil —susurró Gavin, mientras tomaba una copa y pasaba un paño para que reluciera-. ¿Cómo rayos pudo llegar a ser nuestro jefe?

—Lo sé, ya no lo soporto —dijo Agar en voz baja, mientras tomaba otra copa para pulirla.

—Y se compró ropa nueva el imbécil —añadió Gavin, haciendo mofa de él—. De seguro va a participar en el evento. Ja, ja, ja, ja. —Rio sarcástico.

—Como invitado de honor —añadió Agar, risueño.

—¡A ver! ¿Qué están cuchicheando? —gritó Jeff. Era el coordinador de los meseros—. ¡Agar, si hoy cometes un mísero error, considérate desempleado! —amenazó.

—Lo sé, lo sé... —El chico agachó la cabeza, avergonzado.

En el poco tiempo que llevaba trabajando en Aritzo, había dejado verdaderos destrozos: más de una docena de copas rotas, platos costosos en el suelo, refrescos sobre un par de clientes y para colmo había roto una valiosísima estatua de vidrio que solía adornar un salón.

—Ten cuidado con este idiota —le dijo Gavin en voz baja—. Hace rato que te quiere fuera.

—Bueno, la verdad es que no he trabajado muy bien —confesó Agar, aún avergonzado por sus múltiples percances—. Con todos los descuentos que me harán, quedaré debiendo —exageró.

—No creo que te lo descuenten todo —lo consoló Gavin, tomando otra copa para repaso—. No pueden hacerte eso —aseguró.

—¿Y si lo hacen? —se cuestionó Agar.

—Simplemente... ¡no pueden! —dijo Gavin, encogiéndose de hombros.

Agar llevaba casi un mes en Megápolis, había llegado con muy poco dinero y sin un lugar para quedarse. Según su declaración en el Departamento de Extranjería lo estarían esperando, pero nada era verdad; lo único que tenía era una dirección que había logrado sonsacarle a su padre borracho. Deseaba encontrar a su madre, habían pasado tantos años que apenas podía recordarla, con el tiempo su imagen se había transformado en una vaga silueta que día a día se desvanecía. Sin embargo, Agar era joven e impetuoso, confiaba en que con algo de suerte y fe lograría dar con su paradero.

Una vez en Megápolis, la realidad lo golpeó de lleno. Megápolis era enorme, caótica, superpoblada y plagada de edificios y rascacielos dondequiera que mirase. Sus habitantes llevaban un ritmo de vida tan frenético y acelerado, que Agar no pudo evitar sentirse deprimido ante la marcada indiferencia de su gente. Poco sacó con tratar de hablar con sus ciudadanos, la mayoría lo ignoraba o simplemente se dignaban a darle un par de créditos como limosna e irse. Pronto había desistido.

—Buen día para trotar —comentó un chico—. ¿No hay problema con que ocupe tu banca?

Era joven, guapo y vestía un llamativo atuendo deportivo. Era la tercera vez que pasaba frente a la banca de Agar. Algunas gotas de sudor corrían por su frente.

—No —respondió Agar tímidamente.

Era su tercer día en Megápolis, se hallaba tremendamente desorientado, había dormido en una estación de metrotrén, no había comido y aún no se limpiaba las lagañas del rostro.

—Gracias. ¿También te ejercitas? —preguntó el chico, tratando de ser cortés mientras se acomodaba las zapatillas.

—La verdad, no muy a menudo —respondió Agar, extrañado. Era la primera persona que le dirigía la palabra en Megápolis, los demás solo habían sido personal de seguridad o máquinas holográficas de información.

—¡Vaya! —Notó el chico, sorprendido—. Tienes un acento muy extraño. ¿De dónde eres? —preguntó inquisitivo.

—Ciénaga —contestó Agar, sin titubear—. Solo es... ¡Acabo de llegar!

A esas alturas no tenía caso mentir.

—¡¿De verdad?! —exclamó el chico, sorprendido—. ¿Qué haces acá, tan lejos? Jamás había conocido a alguien de Ciénaga. ¿Es cierto lo de los hombres lagarto? —preguntó con curiosidad.

—Ja, ja, ja. —Rio Agar por primera vez desde su llegada—. No son hombres lagarto... o bueno, sí lo son... ¡Algo así, en realidad!

No tenía idea de cómo los llamaban los demás, pero en Ciénaga todos los conocían como zorgos: unas criaturas salvajes antropomorfas de sangre fría y piel escamosa...

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Dejo imagen promocional y especificaciones:

Autor: A.C. Godoysinn
Páginas: 277
Formato: Paperback, 13x21 con solapas
ISBN: 9789566183259
Género: Ciencia Ficción
Sello: Soyuz
Publicación: Marzo 2023

Sinopsis:

La humanidad se ha expandido por el universo. Lo que pudo haber traído paz y bienestar se transformó en una frágil estabilidad que ahora amenaza con destruir la hegemonía de la Alianza.

Agar, habitante de un planeta lejano, decide escapar de casa para ir en busca de su madre. Jamás imaginará las consecuencias de esto, involucrándose en una enmarañada red de conspiraciones y luchas de poder que no solo marcará su destino. El universo está en juego.

Junto a su mejor amigo y un viajero mercante, deberá atar los cabos que unen a la Alianza con los olvidados planetas independientes, pero también con la misteriosa Savah, un mundo de seres superiores que repentinamente ha contactado a la humanidad.

Un homenaje a la ciencia ficción moderna. Una aventura llena de giros inesperados, viajes espaciales y acción sin límites.

¡Bienvenidos al futuro!