O2. keys.

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ESTABA LLOVIENDO EN EL PADDOCK

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ESTABA LLOVIENDO EN EL PADDOCK.

La agitada tarde en Bahréin no podía volverse más loca aún para la pequeña Montoya, eso pensaba hasta que gotas de lluvia empaparon totalmente su vista desde la oficina del Team Principal de Williams. Su manager, había llegado minutos mas tarde que ella: más tarde aún, que mal ejemplo, y la obligó a regañadientes a participar en una reunión express en la que ambos hombres usaban palabras tan sofisticadas que le era díficil entender.

Desde el otro lado de las persianas podía apreciar los gritos de los fans, tan alocados que estaba muy demasiado convencida de que no eran para ella.

Lo que no sabía, era, que de hecho, la fanáticada asiática estaba más que expectante por su aparició. Bastante gracioso, se podría decir, Bahréin era un país de Oriente Medio y el tan solo pensar de que recibiría una bienvenida tan cálida fue algo abrumador, e impensable, a decir verdad, para Malika desde que puso un pie en el circuito.

—Tierra a Malika, ¿Hola?

La mencionada pestañeó. —Hola, sí.

—Salte de aquí que no aguanto más el acento de este hombre,—murmuró Toby en español. Llevaba unas gafas de las que la menor siempre había opinado que parecían de malo de película, y una laptop llena de números y cuentas con la palabra «Williams» en negrilla como encabezado. —Vete a cambiar, dale. ¿Cómo te sientes, Mali?

Ambos se desplazaron, el sonar de sus pies dirigiéndose a los pasillos del Hospitality sincronizándose con el ruido que hacía el aire acondicionado encima de sus cabezas: Malika sintió un escalofrío.

—Me voy a cagar encima.

—Te dije que no comieras aguacate esta mañana, ¿Viste?

—No es por el aguacate, bruto,—Malika lo empujó levemente, cosa de la que después se arrepintió ya que el ligero ruido que hizo cuando su cuerpo chocó con la pared logró que ambos se ganaran varias miradas en su camino al Driver's Room. —Es que, o sea. ¿Tú no entiendes? Estoy aquí con toda esta gente viéndome y ni siquiera es mi primera carrera, ay no. ¿Y si me choco? Voy a salir en todas partes, Dios santo, voy a vomitar de los nervios.

—Bueno, vomita después de la práctica, que tienes mucho que demostrar. —Así sin más se despidió, dejando a la castaña con el corazón a punto de salirse del pecho. Pestañeó varias veces, y se dio cuenta de que había cometido dos errores: no era mucho de contar sus sentimientos, y el miedo mucho menos aún. No le gustaba remarcar su temor a ciertas cosas o que la gente la viera como alguien débil o vulnerable gracias a aquello, casi siempre decidía que lo mejor era tragarse su cobardía y si la cagaba, bueno, solo fue un mal día ¿No?

Sus pies se sentían cada vez más pesados.

El lugar era distinto. Los sentidos de la chica se sentían cada vez más despiertos, y extrañamente alerta a todo, a la defensiva de cualquier detalle. Aunque no podía negar el sentimiento afable que se desprendía de su cuerpo desde que entró por las puertas de Williams aquel viernes.

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