El secreto de Peter

El Secreto.

Peter tiene un secreto, de eso Sirius, James y Remus están seguros, solo basta con ver el comportamiento de su amigo durante los últimos días para saber que algo está ocultando, o al menos eso intenta.

No es noticia nueva para nadie que Peter no es el mejor a la hora de guardar secretos, al menos no cuando son cosas pequeñas, inofensivas y hasta inocentes, cosas más grandes e importantes; como lo son la licantropía de Remus, el mapa del merodeador, el hecho de ser animagos no registrados y sus escapadas al bosque prohibido cada luna llena están perfectamente seguras, guardadas y ocultas dentro de su cabeza, solo liberadas en la seguridad de las cuatro paredes de su habitación compartida o en la privacidad de la compañía de sus amigos. Por algún motivo, los pequeños secretos no parecen gozar de ese privilegio.

Cualquiera que conoce lo suficiente es capaz de darse cuenta cuándo está mintiendo, y Los Merodeadores, conociéndose entre sí como las palmas de sus propias manos, se dieron cuenta inmediatamente que su rechoncho amigo ocultaba algo. Los últimos cuatro días ha estado distraído, con su mente aparentemente flotando en las nubes, no participó en las ultimas dos bromas que hicieron, desapareciendo en momentos aleatorios sin explicación, ayer casi hizo explotar una poción tan sencilla que incluso James la hizo bien y esta mañana solo comió la mitad de su desayuno.

¡Él, Peter, dejando comida!

Eso es inaudito.

Sirius y James se han vistos tentados a preguntarle qué le pasa, pero Remus los detuvo, alegando que, sea lo qué sea, Peter les dirá de ser necesario o cuando esté listo.

Todo su discurso se fue por el caño hace una hora, poco antes de que el trío en duda se dedicara a seguir a su amigo a escondidas, con la intención de averiguar qué esconde.

La situación es la siguiente: es domingo a casi medio día, Sirius y James llevan los últimos veinte minutos rogándole a Remus para que los ayude a hacer un trabajo de pociones al que no le entienden nada y deben entregar mañana, Remus se ha negado, regañándolos por dejar las cosas a último momento cuando tuvieron prácticamente toda la semana para hacerlo, cómo última medida el par sangre pura pidió refuerzos a su rechoncho amigo, la respuesta que obtuvieron fue todo menos algo que esperaran.

—Yo ya hice el trabajo.

Eso dejó a los tres impactados.

Fue Remus, con la mayor agilidad mental del grupo, quien pudo medio reponerse primero.

—¿Qué tú qué?

—Dije, que ya hice el trabajo.

—Pero —el pobre James parece muy perdido—, ¿Cuándo?

—Hace dos días.

—¡Oye! Dijiste que tú tampoco habías entendido la clase, pero hiciste el trabajo ¡Y temprano! ¿Por qué no nos ayudaste a nosotros? —Sirius no termina de decidir si está sorprendido u ofendido.

—No había entendido, pero tengo planes por lo que quería el día libre, así que le pedí ayuda a alguien. Y no les dije porque sabía que lo dejarían para el último momento, desde que mandaron el trabajo Remus les ha estado diciendo que lo hagan y ustedes no le han hecho caso, menos caso me harían a mí.

—¿Alguien más te ayudó con la tarea? —Remus arqueó las cejas con sorpresa.

—¿Y no nos dijiste para copiarla? —James se cruzó de brazos.

—¿Tienes planes? —fue a lo Sirius le prestó más atención.

James y Remus lo voltearon a ver, cuando la información se asentó en sus mentes se volvieron hacia Peter y repitieron la pregunta en coro.