–Usted... que haría para... mmm... hacer oficial algo, con.. alguien.– dijo un poco dudoso, no quería hablar de más.

–¿Pero así del tirón?– A ella no le disgustaba la idea de ser directos, total, tendrían todo el tiempo del mundo para conocerse.

–A ver, no, ya lo sé, pero, el siguiente paso, como lo haría.– Volkov en cualquier momento la mandaba a tomar por culo, no lo estaba ayudando.

–A ver, yo considero que... podría rentar algunas letras gigantes que formen la pregunta que quiera realizar, quizá en la playa, así con velas, decorado con flores, y podría obsequiar un peluche grande con chocolates.– Paola le contó cómo le gustaría que Volkov le pidiera ser su novia, estaba emocionada, no pensó que el comisario por fin se daría cuenta de que serían la pareja perfecta y la envidia de la comisaría, ahora tendrían que respetarla, sería la novia del jefe de policía de la LSPD.

–Tomare en cuenta su consejo, gracias.– dijo finalizando la plática.

El día pasó rápido, el ruso siguió pensando, algo de la idea de Paola le había gustado, así que solo terminaría de planear todo, se le había ocurrido otras cosas.

Los días habían pasado, una semana ya desde que comenzó a planificar todo, las veces que se veía con Hache notaba en su cara algo de molestia o quizá tristeza, supuso que algo del Strawberry le afligía así que solo trataba de darle mimos para que se sintiera un poco mejor, lo que no sabía es que Horacio cada día que pasaba, pensaba que Volkov nunca haría oficial su relación, y le dolía el hecho de que, ya lo quería demasiado como para que todo lo bonito que llevaban al final no funcionara.

Hoy habían quedado en ver películas en casa del menor, Volkov pasaría la noche ahí, sería viernes y se tomaría todo el fin de semana libre, mañana por la noche seria la confesión tan esperada.

–Hache, sabes que si algo te está molestando puedes decirme, yo siempre te escucharé.–

–Lo sé Vik, gracias... solo que, son cosas mías.–

–Entiendo, cuando quieras hablarlo solo dime ¿si?– le dijo mientras le daba un beso en la frente. Hache solo sonrió y se abrazó a su rusito.

–Horacio, ¿te gustaría que saliéramos de la ciudad un fin de semana?– preguntó el ruso.

–¿C-cómo?– Al de ojos bicolor le sorprendió la pregunta, Volkov no faltaba a su trabajo por nada del mundo, y ahorita le estaba planteando la idea de irse de fin de semana. –A ver, claro que me... me gustaría, pero ¿no tienes trabajo?–

–No te preocupes por eso, nunca me he tomado días libres, así que había pensado que mañana podríamos irnos por ahí, sirve y te relajas de lo que te está atormentando.–

–Siiii!! siiii!!!, y ¿a dónde iremos?– preguntó emocionado el de cresta.

–Déjamelo a mi ¿si?, yo me encargo de todo.– y dicho esto, la cara del ruso de lleno de besos por parte del contrario, adoraba a ese chico, a su chico.

El día siguiente llegó, Hache estaba más que emocionado, el ruso no le había querido decir cuál sería el plan, así que metió ropa para cualquier ocasión, la única pista que le había dado, era que se llevara su traje de baño, Volkov ya había traído sus cosas, las tenía en su carro, solo esperaba a que el de cresta arreglara su pequeña maleta donde llevaría sus pertenencias.

–Viktor.–

–Dime Hache.–

–A ti... te importaría que yo... mmm.– dijo dudoso.

–¿Qué pasa Солнце?.– Volkov comenzó a preocuparse.

–¿Te importaría si yo usara... falda.– Dijo bajando el tono de voz a un susurro en la última palabra.

No digas nada. - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora