─No haré nada que nos ponga en vergüenza, padre.

La simple mención de él avergonzando a su familia lo hizo molestarse.

─Pronto le pediré a Maegelle que regrese a casa ─Aerys continuó─, es momento de que se casen ante nuestros Dioses y los de los idiotas de Poniente. Tienes que asegurar la corona que algún día te sentará. 

Herederos, a eso se refería. A Rhaegar no le preocupaban los herederos. No en ese momento al menos.

─Después de todo ─Aerys musitó en voz baja, pero alto suficiente para él oírlo divagar─, el dragón tiene tres cabezas.

Aerys se consideraba a él mismo la primera cabeza del dragón, precedido por Maegelle y luego, por Rhaegar. No confiaba en su hijo heredero, lo creía débil y estúpido, devoto a las profecías que leía. 

Era un niño bueno para nada al que Aerys tendría que darle su reino en algún momento.

─Vete ya ─musitó Aerys, Rhaegar asintió─, y no olvides lo que he dicho. No te miento, Rhaegar, haces algo estúpido y voy a despedazar a esa loba.

La mención de Lyanna Stark lo hizo sorprenderse. Porque eso significaba que su padre podría llegar a saber mucho más de lo que él imaginaba. Sin decir nada por temor a que su voz le falle y las palabras se traben en su garganta, Rhaegar pasó saliva y realizó una reverencia.

Al salir de la carpa, la tensión sobre sus hombros se hizo más severa cuando divisó a Lyanna a lo lejos. Sin querer que ella lo vea, comenzó a caminar lo más lejos posible y buscó acercarse a Oberyn Martell. El Príncipe Dorniense no era su persona preferida, pero en términos de alianza, debía de ser el único al que soportaba en ese momento.

─¡Príncipe Rhaegar! ─musitó Oberyn, alzando su copa cargada con el dulce vino de Dorne─. Es muy temprano para tanta seriedad.

─Es muy temprano para beber vino también ─musitó, poniéndose a su lado─. ¿Cómo se encuentra la princesa? Escuché sobre su delicada salud éstas últimas lunas.

Oberyn suspiró con pesar.

─Ha sido complicado ─musito─, pero Elia es fuerte y logrará recuperarse. 

─No tengo dudas de ello ─Rhaegar dijo, Oberyn asintió.

─Relájate ─musitó Oberyn─, sólo harás que el espía de tu padre se sienta más seguro con sus sospechas y rumores. 

─Nunca se me ha dado mentir. 

Oberyn rodó sus ojos.

─Maegelle lo mencionó.

Rhaegar lo volteó a ver, con sorpresa de oír de su boca el nombre de su hermana.

─¿La has visto?

─Mhm. Las Ciudades Libres no están tan lejos de Dorne ─cruzó sus brazos─. Se ha vuelto una delicia. Quedarás más idiota de lo que eres al verla nuevamente.

La personalidad confiada de Oberyn lo hizo fruncir el ceño. Su padre no habría dudado en cortarle la lengua a quién fuera que le falte el respeto.

Suponía que a él no le molestó mucho el insulto, pero debía admitir que el término con el que calificó a su hermana sí le molestaba.

─¿Cómo se encuentra? ¿Está bien?

─Está mejor que cualquiera de nosotros ─musitó─. Alejada de la locura de su Majestad y cada vez más cerca de los Dioses, en Meereen la respetan y veneran, aunque los Amos la detestan por quién es y de lo que es capaz. Ha discutido muchas veces con ellos, y liberó a varios esclavos de sus cadenas. Ahora marchan con ella. Un largo ejército que con las habilidades que poseen, masacrarán a cualquiera. 

call of silence.       robert's rebellionWhere stories live. Discover now