De vuelta a la meta +18

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Pero no me sirvió de nada.

Maddy cogió su esponja, la llenó de jabón y se colocó delante de mi, pasándola con cuidado y de forma lenta por todo mi cuerpo.

Empezó por los hombros, bajando cada vez más y más.

Tiré la cabeza hacia atrás cuando llegó a la parte más comprometida y eso no la paró.

Un gemido se escapó de mi boca cuando volvió a subir y esta vez me rozó con la mano, a propósito.

Escuché su risita.

- Me toca, amor. -le robé la esponja de la mano y la giré.

Quedó de espaldas a mi, pegada a mi cuerpo.

Mi erección chocaba con su trasero y sabía que eso la estaba volviendo loca.

Pero esa era mi intención.

Empecé a pasar la esponja desde sus hombros, como había hecho ella antes, bajando cada vez más.

Cuando llegué a su estómago, dejé caer la esponja al suelo.

- Uy, tendré que seguir con la mano. -murmuré cerca de su cuello.

Ella se estremeció, pero no dijo nada.

Se recostó más contra mi cuerpo mientras mi mano iba bajando y bajando.

Llegué a su punto débil y tan solo rozándola, ella gimió.

Mía.

Era mía por fin.

Dejé mi mano ahí, sin moverla.

- Love, por favor. -pidió ella.

- Esa es mi chica. -sonreí y uno de mis dedos se coló en su interior.

Gimió y arqueó su espalda, pegando más su trasero a mi erección.

Hija de puta.

Metí un segundo dedo y empecé a moverlos, dentro y fuera de ella, lento, torturándola.

- Esto no es ahorrar agua. -jadeó ella y yo solté una risita.

- Termina entonces, amor. -la piqué.

Y aceleré el ritmo.

Ella casi gritó, pero se mordió el labio y meneó las caderas sobre mi mano, cabalgándola.

Joder, menuda mujer.

Sentí como su pequeño centro se estremecía y se cerraba alrededor de mis dedos.

Su cuerpo se aflojó y la aguanté de los brazos y la cintura para que nos e cayera.

- Eres un capullo. -me miró, con las mejillas rojas.

- Un capullo que llega tarde. -hablé y ella soltó una carcajada.

Salimos, nos secamos y no tardamos en salir de casa, directos al campo para mi primer entrenamiento con el equipo después de mi lesión.

Al llegar, todo fueron aplausos.

Maddy se quedó en el banquillo, al sol, mirándome desde lo lejos.

Y empezó el entrenamiento.

Mi lesión estaba reaccionando demasiado bien y eso me sorprendía y a la vez me ponía más que contento, porque eso significaba que podría volver a jugar.

Pero cuando el míster nos mandó a jugar un partido amistoso entre nosotros.

Todo se torció.

Intenté chutar a la portería y cuando lo hice, el dolor me atravesó, fugaz y intenso.

Me quedé quieto en el sitio y  Gavi, Araújo, Ansu y Balde, que estaban en mi equipo y cerca de mi, se dieron cuenta.

- ¡Xavi! -gritó Ansu.

La cabeza me daba vueltas.

Me estaba mareando.

Escuché a alguien corriendo y la voz de Maddy a mi alrededor.

Los chicos me levantaron y me llevaron a la enfermería.

No entró nadie conmigo a parte de la enfermera.

No podía estar pasando esto de nuevo.

Se suponía que mi lesión estaba curada, después de pasarme semanas yendo a rehabilitación.

Joder.

Me empecé a cabrear mientras ella me miraba y cada vez dolía más.

Entonces se levantó de su silla y me miró.

- Tienes que estar unas dos semanas más para volver a entrenar, Pedri, no estás al cien por cien listo y por eso te duele. -esas palabras me rompieron.

Era mi trabajo.

Mi vida.

Mi sueño.

Jugar lo era todo para mi.

Llevaba un maldito mes sin jugar.

Y ahora dos semanas más.

- Te dejaré solo unos minutos, voy a hablar con Xavi. -la enfermera se marchó y me quedé solo.

En el silencio de la habitación y el ruido doloroso de mi cabeza.

Dos semanas más, perdería práctica, ya no sería lo mismo, tendría que trabajar el doble de duro para poder volver mejor que nunca.

Estaba cansado.

Agotado.

Y muy, muy enfadado.

Maddy entró en la sala, casi llevándose la puerta con ella.

No estaba de humor ni para verla a ella.

Se acercó con la carita triste a la camilla.

- Supongo que lo he gafado esta mañana al decir que todo saldría bien, ¿qué te han dicho? -preguntó.

No sé porque, pero me cabreó.

Me cabreó ver que ella estaba bien, que podría ir al siguiente partido a ver a los demás jugar y que yo no podría dedicarle ni un puto gol.

- Supongo que lo que te dije al principio, que eras un amuleto de mala suerte, era verdad. -las palabras salieron solas por mi boca y me arrepentí al momento, pero ya la había cagado.

Los ojos de Maddy se volvieron hielo puro.

- Creí que todo había cambiado entre nosotros, pero supongo que hemos vuelto a la salida de meta de nuevo. -habló, muy seria, demasiado.

- Maddy, no.. -intenté arreglarlo.

Intenté levantarme.

- Búscate algún amuleto de la suerte que te vaya mejor. -no dudó en darse la vuelta y dejarme solo en la habitación.

Joder, era un maldito imbécil.

La había cagado dos veces en el mismo sitio.

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Strangers +18 - Pedri GonzálezOnde histórias criam vida. Descubra agora