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La recuerda con un vestido negro y el pelo destendido.

Había un hombre gordo y bigotudo en la puerta esperándola.

-¿Tía, me va a traer una mi cosita?

No sabe si hubo respuesta.

Han pasado años, no se había dado cuenta que ella se fue a Estados Unidos, como muchos.

Sus padres también se fueron, lo dejaron cuando apenas despertaba la memoria y sólo tenía un vago recuerdo de una mujer sentada en una piedra.

Le han dicho que tiene que quererlos...

¿A quién?

Porque ya tenía padres.

Su tata era ese hombre alto de bigote y pelón que llevaba sombrero, camisa, pantalón y zapatos, siempre bien arreglado como los de antes.

Su nana era una mujer no tan alta con vestido y guarachas de carácter tan fuerte como su tata.

Ellos eran su familia, sus padres.

Ahora, ¿por qué le dicen que tiene que querer a ese hombre y mujer que lucen más jóvenes?

Porque son sus verdaderos padres.

No los quiere, no los registra, no le llaman la atención, ni tampoco los otros niños que posan en las fotos que les acaban de enviar.

-Son tus hermanitos.

Le dice su mamá, no le cree.

No tiene hermanos, tiene primos y muchos, pero le insisten.

¿No entienden que no los conoce?

1Where stories live. Discover now