-En las noches puedo desprenderme de mi piel de oso y volverme humano -comenzó a decir Mobei, de nuevo serio-. Solo que en esos momentos no puedes verme.

-Y me imagino que tampoco me dirás la razón de por qué no puedo verte, ¿verdad? -dijo Qinghua, ahora un poco más molesto. Sin esperar a que el hombre oso contestara siguió-. Está bien, no importa, puedo vivir con eso, ¿pero qué quieres decir con "desprender"? ¿Eres una especie de selkie, pero en vez de foca eres un oso?

Mobei, solo asintió.

-Todas las preguntas tendrán su respuesta -continuó, Mobei-. Ahora, si quieres bajar a almorzar. Dong Lien y Dong Ju ya tienen todo listo abajo.

Shang Qinghua, se resignó a quedarse igual o peor que en un inicio, dejó que el oso pasara primero para guiarlo hasta la cocina, temeroso de que el hombre-bestia lo atacara por la espalda.

Para animarlo, las dos mujeres comenzaron a compartir viejas historias con Qinghua, por desgracia el joven no podía concentrarse al percibir la mirada de su esposo en su espalda, quien decidió sentarse por la entrada del comedor para darle espacio.

Cuando se acostumbró a esa extraña dinámica el sol comenzó a ocultarse, con ello llegó el momento de que Dong Lien y Dong Ju se retiraran a su hogar.

Ahora solo con Mobei, Shang Qinghua, se sentía una vez más un completo extraño en ese lugar (que en verdad lo era), perdido frente a la puerta de la entrada decidió dirigirse a su anfitrión. Bai Mobei, lo observaba desde el pasillo que daba hacia su habitación, como si todo ese tiempo hubiera esperado a que el muchacho le prestara atención.

- ¿Quieres dar una vuelta antes de ir a dormir?

Sin más que hacer, Qinghua, asintió.

Mobei, se encaminó hacia la puerta trasera y salió al patio. Shang Qinghua, lo siguió de cerca, una vez fuera se quedó sin aliento al ver el lugar.

Como todo el día se la pasó dentro de la casa no prestó atención a las afueras, el sitio parecía sacado de una pintura llena de flores hasta donde iniciaban los árboles, los cuales a su vez se extendían hasta donde su vista se lo permitía.

Olía a bosque, un aire puro llenaba sus pulmones, dentro de su mente una memoria comenzó a dibujarse hasta que regresó al presente cuando el viento fresco lo acarició. A mediados de primavera todavía era necesario un suéter al volverse negro el cielo, a punto de dar la vuelta para buscar con qué cubrirse, Mobei, le tendió una frazada con su hocico.

Después de agradecer el gesto se envolvió con la tela, atento a lo que hiciera Mobei, quien se encaminó hacia el bosque.

Anduvo a la par del oso una vez los árboles comenzaron a ser más abundantes a su alrededor, todavía no se sentía cómodo junto a Mobei, sin embargo temía más perderse en un sitio alejado de la civilización.

-No te he dado las gracias por aceptar venir aquí -inició, Mobei-. Esto significa mucho para mí, pero entiendo si todo esto al final es demasiado.

En silencio, Qinghua, asentía para sus adentros: una cosa era casarse con un completo desconocido, otra era lidiar con una especie de maldición. Le gustaba leer sobre novelas de fantasía, ver películas y series sobre protagonistas donde resulta son el "elegido" de una vieja profecía para salvar la tierra o el mundo mágico al que cayeron por accidente.

Nunca imaginó que viviría algo así, tal vez no ser "el elegido", pero verse envuelto en una especie de magia que hasta hace poco pensaba solo existía dentro de los libros era más de lo que podía soportar.

-Está bien, puedo intentarlo -respondió al final.

Sí, todo eso podía llegar a volverlo loco en algún punto, sin embargo al final sentía que esa situación no era del todo mala, no es que tuviera que realizar una travesía o la vida de cada ser del planeta dependiera de él, al final su vida y la de su familia cambiaría para mejor, además de tener la promesa de su madre y su amigo.

Monster Week MoshangWhere stories live. Discover now