Capítulo 4.
Las garras de un hipogrifo
— ATENTOS, VENID AQUÍ. Acercaos, menos charla por favor, tengo algo extraordinario para hoy, una gran lección. Seguidme.La voz de Hagrid se escuchó por todo el lugar. Nos encontrábamos a un lado de su cabaña, y sus pesados pasos se hicieron presentes, con todos los alumnos siguiendo su paso.
— ¡Eh, Wellington! ¡Qué gran partido el del entrenamiento de ayer!
Stacy giró su cabeza para observar a Dean Thomas hablando, y no tardó en sonreír enormemente agradeciéndole.
Estaba acostumbrada a todo tipo de halagos de parte de personas de todos los cursos y de todas las casas, al igual que su hermano.
Ron rodó los ojos detrás del chico, siendo acompañado de sus mejores amigos.
— No entiendo porqué le dices eso, solo aumentas su enorme ego de chica perfecta, es una-
Hermione se adelantó a sus palabras, prediciendo los prejuicios de su amigo pelirrojo.
— ¿Serpiente? Oh, vamos Ron. Es la única serpiente amable, aparte de sus hermanos.
El contrario frunció el ceño, negando la cabeza con sutileza.
— ¿Qué? No. Quería decir que es una Wellington.
No muy a lo lejos, Blaise y Stacy se encontraban hablando entre ellas como si fueran dos viejas chismosas.
— Aren ha tenido unos cuantos rollos este verano, no había día en que no tuviera el cuello lleno de chupetones.
El chico aplaudió con efusividad, como si fuera uno niño pequeño y estuviera apunto de abrir los regalos de Navidad.
— Oh, deberías haber visto a mi madre. Las pocas veces que no está con un hombre y se la pasa conmigo parece que esté maltratada de tantos moretones.
ESTÁS LEYENDO
THE WELLINGTONS
FantasyTHE WELLINGTONS El apellido Wellington era conocido por todo el mundo mágico, pues provenía del linaje del mismísimo Salazar Slytherin, y su gran poder y respeto era uno muy envidiable para muchos.