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Ellie se encontraba en su cuarto de su nuevo hogar junto a su nueva amiga Lily. Ambas estaban leyendo viejos cómics que la castaña había traído en su viaje atravesando el país.
-Hey, es genial que vayas a tener un hermano —dijo con emoción la morena.
-Si, es genial y todo...no termina mas la espera —suspiró Ellie.
-¿Por que lo dices? Mamá me dijo que una mujer embarazada a veces es más sensible, pero no creo que Melanie esté así, ¿verdad?
-Bueno... —la castaña dijo por lo bajo, sin querer sonar demasiado obvia. Quería muchísimo a la rubia, quien veía como una figura maternal estos últimos meses.
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-¡Hush little baby don't say a word, papa's going to buy a mockingbird!
Melanie entró en la cocina cantando con un micrófono, que por recomendación de María, el bebé podría escuchar las voces de sus padres.
Joel se encontraba tomando su café matutino cuando escucho entrar a su esposa, para acto seguido resoplar por lo bajo y llevar su mano derecha a su entrecejo.
Ellie se hallaba desayunando sus cereales, levantando ambas manos a sus oídos y apoyando su cabeza contra la mesa.
-And if the mockingbird won't sing, papa's going to buy a diamong ring.
-Papá va a tener que comprar 10 diamantes con tal de callar a ese bendito pájaro —susurró la niña a su padre, quien la calló, no queriendo que Melanie la escuche.
-¿Que quieren para almorzar hoy? —les preguntó la joven a ambos.
-Lo que tú quieras, bebé —respondió Joel acariciando su mano, lo que hizo que la chica empezara a la lagrimear.
-Ay, no otra vez —suplicó la castaña. Cuando Melanie empezaba con la sesión de "llanto hormonal" era difícil detenerla.
-Eres tan dulce —entre hipos y pequeñas lágrimas que descendían por sus mejillas.
-Okay, yo me voy a la escuela.
Levantándose para dirigirse rápidamente a la puerta, la rubia la detuvo para que no olvidase su almuerzo.
-Gracias, Mel.
-No hay de que, te puse un chocolate con maní extra que compré la semana anterior, te lo mereces por tu nota de literatura, cariño.
