LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA INDIFERENCIA 1

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El sentido de la poesía no consiste en deslumbrarnos con una idea sorprendente, sino en hacer que un instante del ser sea inolvidable y digno de una nostalgia insoportable.

Milan Kundera


Broma inoportuna

Las licencias palpables en la agonía
atosigan mi comedia perpleja,
caen así las perdiciones confesas
que hay en tu ricura maldita.

Luego la empalizada de manifiestos
razona pérdidas desdichas,
recrean indecisiones
en lo deshecho.

Acaba así el sortilegio cosmopolita,
y se estereotipa el sentimiento
en su estatura indeciso,
por el marasmo.

Antes la irreverencia ilusa
marcó el destino
de mis labios con los tuyos
en su irreparable odisea.

Pero ahora estoy disconforme
e irradio idioteces,
para salvaguardar la estima
en su palacio desnudo.

Queda así el sabor escabroso
de nuestros quehaceres perdidos,
aunque la tormenta nos lleve
hacia la fuente de las asperezas.



Placer insensato

Olor trastabillado
al que esperas aspirado,
rompiendo barreras hirientes
por el apoltronamiento melificado,
duende que da y luego roba más de lo pactado.

Pero el estímulo está contraído
en el goce que asciende,
alzando un reino de risas
para los genitales desatados,
¿por qué entonces tenemos miedo?

Acaso no te veo trastocada
y todo me tiembla,
como un beso al aire perdido
que ahora está en tu mente
para romperte muy adentro.

Algo increíble ha sucedido,
no hay clemencia para las condenadas,
aunque tú seas una de ellas,
lista negra, pero blanca en las caricias
para nuestros últimos amores.

Aun así, nos aislaremos del resto
para así a pocos alcanzarlos,
con la corteza de sauce quemado,
alcaloide de los desatinos
que cambia nuestro destino.

La enfermedad no existe
o quizás sea lo que siempre tuviste:
congoja de tornillo
antes de ajustar su tuerca,
ahora oxidada y perpleja.

El primer paso es suicida,
las promesas traen desfalco,
reniego de ti otra vez
para luego acabar a tus pies,
pisa pues mi cabeza.

Hasta a Jesús lo abandonaron,
así será el momento crucial,
cruz que llevamos dentro
para quemar la última hoguera viva
y tragar siempre la ceniza.




Última oportunidad

Cansado de ti:
de tus negaciones,
de tus canciones sordas
ocultas en el manto de la duda;
y me pregunto
si conspiras corazones
en el desván de los malestares.

Así sangrante en las desgracias,
el tiempo viejo es virgen,
ahora simple villancico
en la zambomba de mi pensamiento.

Y sé que pudiste ser mía,
quizás solo lo fingiste,
pues eras del viento
que da piel de gallina;
aunque tal vez no fuiste culpable.

En la maltrecha estación perdida,
donde sabes que ocupas mi centro,
ya solo quedan capullos de rosa
con los que romper el deshielo,
desde un hielo de agua bendita
a explotar insensato
sobre el frío absurdo
que acaba con mi vida.

Además, hay una tormenta espléndida,
llena de saladas tentaciones
que intentan acariciar la brisa
a retumbar en mis sienes;
es ella un ahogo de delicias,
tomo un postre inacabado,
revienten ahora
con todo lo escondido.

Las transgresiones locuaces
llegan al borde de la locura,
desde nuestros míseros sacrificios
al acabose sentimental;
son bailes sin música
mientras lustramos los zapatos
para un movimiento nada más.

No me odies, por favor;
tan solo olvídame,
desmantela los archivos
en los que aparece mi nombre.

Bandera de papel higiénico,
savia de tus excrementos,
el escarabajo pelotero
hace lo que sabemos;
mientras tu lirón
duerme en una hamaca,
allí apura el sucedáneo
que le han dado como vida.

Así me cansaré de repetir,
hundido en la letanía,
y tú mirarás mi tumba
como si fuera una obra de arte,
en el escondrijo impío
de quitarte el vestido.


LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA INDIFERENCIA 
 (Poemas de catarsis y desarraigo 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora