- No puedes echarme, no ahora. -su voz empezaba a romperse.

- ¿Qué no? ya lo he hecho, estás fuera, puedo encontrar a otra cara bonita fácilmente. -Sandra sonrió y yo no pude más.

- Caras bonitas vas a encontrar en cualquier lado, a ella no la volverás a tener en tu vida y te arrepentirás cada segundo de ella cuando la veas triunfar a lo grande, la estás echando fuera por un video en el que en contra de su voluntad la torturan y es algo que ella lleva a las malditas espaldas todos los días y aun así sigue de pie, viviendo cada día como puede con esa sonrisa tan radiante. -gruñí acercándome a Maddy.

- ¿Eres su perro guardián? -se burló Sandra.

- Soy mucho más que eso, te lo aseguro, y puedo asegurarte también de que Maddy no te necesita. -tiré del brazo de Maddy y la arrastré fuera de ese tugurio.

Maldita imbécil.

Cuando llegamos al coche, Maddy sollozaba.

- No, Maddy, por favor, te mereces algo mucho mejor que esto, encontrarás otro lugar. -aseguré cogiendo su cara entre mis manos.

- No me toques, por favor. -se apartó de mi con otro sollozo.

- ¿Por que no? Maddy, mírame joder. -miraba al maldita suelo y las lágrimas caían a toda velocidad por sus mejillas.

- Sé el asco que me tienes, sé que viste el video, como debes de sentirte al saber lo que me hicieron, como me tocaron, me doy asco, nadie va a querer estar conmigo después de eso. -sus sollozos se intensificaron.

Di otro paso hacia ella de nuevo y cogí su mano, ella se estremeció.

Joder si me veían se iba a liar gorda.

- Te llevo a casa, no tardarán en llegar Frenkie y Mikky. -la moví hacia el coche y ella no dijo nada más hasta que llegamos a casa y entré con ella.

- Puedes irte. -gruñó de nuevo.

- No me iré hasta que ellos vengan. -aseguré.

Ella se alejó de mi, yendo a la cocina y empezando a prepararse un café.

- ¿Te han dicho alguna vez que eres muy pesado? -ya no lloraba, ahora me sonreía de forma falsa.

- Deja de ponerte esa coraza conmigo, Maddy, no funciona. -me acerqué a ella a paso decidido.

- Vete a la mierda. -se giró dándome la espalda.

- ¡No hay cámaras! ¡no hay periodistas! solo estamos tu y yo, deja de fingir que no sientes la puta tensión que hay ahora mismo aquí, dime que no sabes lo mucho que me preocupo por ti, que no sabes que llevo una maldita semana sin moverme de aquí, escapándome de las cámaras y de todo solo por poder verte. -grité ya desesperado.

Estaba harto.

- ¡No puedes mirarme así, no puedes querer estar conmigo! -gritó ella dejando todo lo que estaba haciendo y girándose hacia mi.

- ¡Pues mira por donde, sí quiero! -otro paso hacia ella.

La tensión era cada vez más pesada.

- Basta, por favor. -sus gritos se tornaron un murmuro sin vida.

- ¿Quieres que me vaya? -pregunté, decidido a irme si me decía que si.

Me miró, esos malditos ojos de hielo me miraron.

- No. -murmuró.

- Déjame quedarme entonces, déjame estar contigo, no me das asco Maddy, lo que vi en ese video me da rabia, me duele que lleves eso encima y no tengo ni idea de que hacer para que estés bien, solo puedo asegurarte que estaré aquí. -levanté la mano y acaricié con cuidado su mejilla, sintiendo la tensión y la electricidad de nuestros cuerpos al tocarse.

- Tu me haces sentir cosas que no quiero. -murmuró de nuevo, sus ojos aun conectados a los míos.

- Te aseguró que haré que sientas mucho más de lo que estás sintiendo ahora.

Y no pude más.

Estampé mis labios contra los suyos y sentí como si me dieran un maldito calambre, la electricidad me recorrió el cuerpo cuando ella se acopló a mi y me siguió el beso.

Joder.

La levanté y la senté en la encimera, colocándome entre sus piernas y apretándola contra mi.

Su boca se movía sobre la mía, su lengua luchando con la mía.

Dios.

Enredaba sus dedos en el pelo de mi nuca y yo la cogí del cuello, tirándola hacia mi, mi otra mano en su muslo, apretándolo.

Gimió, un gemido ronco que me llevó al precipicio de la locura sin ningún tipo de freno.

La necesitaba.

Ahora.

Me importaba una mierda el contrato, aquí no me veía nadie.

Sus manos se colaron debajo de mi camiseta, pasando sus dedos por mis abdominales con suavidad.

Eso me calentó más de lo que ya estaba.

Mordí su labio inferior y tiré de él, sacándole otro gemido.

- ¿Maddy? ¿Pedri? estamos en casa. -la voz de Mikky inundó la casa y la tensión desapareció al instante.

Maddy abrió mucho los ojos y la bajé de un salto de la encimera.

- ¿Qué hacíais? creíamos que os habíais ido. -la voz de Frenkie entró en la cocina, seguido de Mikky.

- Maddy está mejor, hemos ido a la agencia, la han despedido y estábamos haciendo algo de comer. -hablé rápidamente.

Maddy estaba roja y intentaba darles la espalda.

- Gracias por encargarte, tío, te debo una enorme. -Frenkie me palmeó el hombro.

- No es nada, llámame para lo que sea. -aseguré.

Maddy se giró hacia mi.

- ¿Nos veremos? -preguntó y su hermana y Frenkie la miraron algo extrañados.

- Llámame. -le sonreí y salí de la cocina, cogí mi coche y me alejé de ahí, aun sintiendo el fantasma de su boca sobre la mía.

Una llamada entró en el manos libres y pensé que ya podía ser ella, pero el nombre de Julia apareció en la pantalla.

Lo cogí cansado.

- ¿Si? -pregunté en un tono neutro.

- Cariño, mañana hay un baile de mascaras, mi vestido es verde, para que lleves la corbata a juego. -su voz chillona me inundó y hice una mueca.

- ¿Quién va? -pregunté.

- Todo el equipo está invitado, habrá mucha gente famosa. -soltó una risita.

- Está bien, corbata verde. -intenté acabar la conversación.

- Recógeme a las siete y media. -y colgó.

No podía con eso, fingir que quería a alguien de esa forma.

Cuando mi corazón se había quedado a un par de calles atrás, junto con unos ojos de hielo.

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en el baile de mascaras se liará pardaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaa

Strangers +18 - Pedri GonzálezUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum