«This place is a circus, you just see the surface They cover shit under the rug.»
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ELECTRA SAFFRON no se consideraba una persona con suerte, le gustaba vivir el momento y luego preocuparse por las consecuencias, pero jamás en el que dirán, por eso cuando tenía 15 años decidió que era buena idea decirle que sí a Rafe Cameron –sin importarle que él ya tuviera dieciocho–. Electra no se consideraba una persona con suerte porque cada vez que salía con Rafe empezaba a contar los minutos para volver a casa, y Rafe era divertido, de verdad lo era, pero no era lo que Electra buscaba.
Rafe Cameron desde niño vivía por y para su padre, quería tener lo que veía en su figura paterna; una casa grande en el lado bueno de Outer Banks, quería ir a jugar golf cada fin de semana para quitar el estrés de haber trabajado duro, quería irse de vacaciones a las Bahamas, quería tener una familia. Su sueño se veía cerca cada vez que sus ojos encontraban a Electra en cualquier reunión que Rose organizaba, pero cuando realmente la conoció, se dio cuenta que quizás sus planes no saldrían como él quería y estaba bien.
Rafe encontraba liberador no pensar en el futuro cuando estaba con Electra, cuando lo miró a los ojos y le dijo «Si tú no vives tu vida, ¿Quién lo hará?», por un momento pensó que quizás ella quería lo mismo que él, que podían estar juntos y crecer juntos, que su relación estaba iniciando y eso se sentía bien.
¿En serio creíste que Electra estaba siendo sincera contigo? Le preguntó Rosslyn Saffron luego de que lo encontró llorando porque su pequeña hermana le había roto el corazón.
Electra no se consideraba una persona con suerte, quizás tenía miedo al compromiso y eso no le permitía seguir con el chico que le prometía tenerle cada cosa que ella soñara. Entendió que su suerte no cambiaría cuando luego de un año cada vez que lograba que Rafe Cameron le hablara solo era para insultarla. «Me odias, lo entiendo. Ahora inventa una historia mejor.» pensaba cada vez que notaba la mirada del chico mayor sobre ella.
Entendió que su suerte no cambiaría cuando empezó a ver esos ojos azules y ese cabello rubio cada vez que cerraba sus ojos, habían cientos y miles de personas en todo Outer Banks, pero ella realmente decidió empezar a pensar en el pogue que ayudaba a su padre diariamente con su carro.
Todo empezó con pequeñas sonrisas que luego se convirtieron en pequeños saludos, luego en pequeñas conversaciones y luego en largas, para terminar en besos intercambiados en el viejo garaje de su casa cuando no había nadie cerca. Electra sabía que su suerte no era buena, pero «joder, realmente espero que te quedes.» no quería que se agotara el poco de buena suerte que le quedaba con JJ.
